En su reciente visita a las Islas Malvinas, la Comisión Provincial por la Memoria pudo constatar la amenaza que constituye para toda la región latinoamericana la presencia de la base militar Mount Pleasant, construida en la isla Soledad en 1985. El Estado Argentino no debe cesar en sus reclamos internacionales por el retiro de la base. “Esta es una isla militarizada”, dijo Adolfo Pérez Esquivel.
De las casi cinco mil personas que residen en las Islas Malvinas, poco más de la mitad viven dentro de la base militar Mount Pleasant. Son militares y civiles afectados a las diversas actividades que se desarrollan dentro del predio. La construcción de la base fue una de las consecuencias del conflicto bélico de 1982 y su permanente crecimiento se fundamenta en la hipótesis de un posible conflicto donde la república Argentina es vista como la principal amenaza.
Este enclave militar forma parte de la estructura de la OTAN y de la red de bases extranjeras existentes en Latinoamérica, constituyéndose como una red de control y espionaje en la estrategia concebida como “doctrina de la guerra preventiva”, instalada por la administración Bush y que continúa hasta el presente.
En la actualidad, hay más de 1500 efectivos entrenados como fuerza de ocupación rápida con capacidad de operación sobre todo el territorio de Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Sur de Brasil y Perú. Es un lugar de rotación para el entrenamiento de tropas que actúan en los distintos escenarios mundiales donde participan las Fuerzas Armadas Británicas, tal como lo demuestran los ejercicios que se vienen efectuando desde su instalación en 1985.
Por esto, la presencia de esta fortaleza en el Atlántico Sur constituye una amenaza permanente para los pueblos latinoamericanos y su soberanía. Al respecto, Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz y co-presidente de la CPM, comentó durante su reciente visita a las Islas Malvinas: “Gran Bretaña es una potencia colonial, y esto es lo preocupante. Tienen objetivos de extender su dominio colonial hacia la Antártida. Y tomar incluso áreas de mar de zonas pertenecientes a la Argentina y Chile. Por eso, la base militar en Malvinas es una de las grandes preocupaciones”.
La presencia de esta base militar viola pactos y tratados internacionales. Entre ellos, las declaraciones de la CELAC, UNASUR y MERCOSUR que sostienen un fuerte compromiso de los Estados parte para mantener a América Latina y el Caribe como zona de paz, y el tratado de Tlatelolco que establece la desnuclearización del territorio.
Nada de esto es respetado por esta base militar que, en la actualidad, cuenta con dos pistas de aterrizaje; una de ellas alcanza los 2600 metros, habilitando el trabajo de aeronaves de gran porte y permitiendo que operen más de 80 aeronaves de combate. Por su estructura actual, tiene capacidad para albergar hasta 5000 soldados.
“Desproporcionada”, ese fue el calificativo que le puso Adolfo Pérez Esquivel luego de recorrerla en su llegada a las Islas Malvinas. Y agregó: “Está pensada sobre una hipótesis de conflicto donde Argentina es la enemiga. Pero el verdadero objetivo de todo esto es poder tomar posesión de grandes regiones de la Antártida. Y esto es un indicador de posibles conflictos en el futuro. Esta es una isla militarizada”.
Por esto, la CPM exige la urgente desmilitarización del Atlántico Sur y el retiro de la base como elemento central de nuestro reclamo de soberanía. En este sentido, le pide al Estado argentino que sostenga y profundice todos los reclamos internacionales para alcanzar este objetivo que pone en serio riesgo la paz y la soberanía en todo el cono sur.
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