Seleccionar página

TERCERA SEMANA DE AUDIENCIAS

Sigue desarrollándose la prueba testimonial en el juicio por la masacre de Magdalena con testigos que estaban detenidos en ese momento. La próxima semana continuarán estas declaraciones y se adelantan para el lunes 4 y martes 5 algunos de los testimonios de bomberos que actuaron aquella noche.

Esto no lo esperaba yo, pensaba que nunca iba a existir la posibilidad de desahogarme de contar lo que viví en ese momento”. F. S.

Hay poca gente en la sala, va llegando de a poco porque es un día de tormentas fuertes y hace un cuarto de hora granizó en la ciudad. La mujer está empapada. Salió a las 3 de la mañana de San Martín para acompañar a su familiar que debe testimoniar lo que vivió aquella noche en el infierno del 15 de octubre de 2005. Él estaba detenido en ese momento y fue uno de los que ayudó en las tareas de rescate. “Sacamos a los chicos muertos; eso es lo que viví”, responde J.E. a la pregunta de la fiscal sobre qué recuerda. “Era un horno de fuego, nos metíamos y chocábamos a las personas tiradas en el piso y las agarrábamos, y más de una vez me quedaba con la piel de las personas en la mano, pero entre varios los sacábamos igual y los llevábamos a sanidad”, detalla.

Los recuerdos de cada preso que ayudó esa noche -que rompió paredes de concreto con bancos de madera, que se desesperó al ver que de las mangueras sólo salía un hilo de agua, con suerte- siguen coincidiendo en cada relato; sólo varían los matices.

También coinciden en el enojo y en muchos casos -sobre todo en aquellos que hoy están en libertad- la necesidad de dejar el fuego atrás. Apagarlo de sus memorias: “… que no quiere saber más nada con el incendio y le trae recuerdos muy difíciles que no quiere volver a afrontar”, lee un informe la secretaria al inicio de la audiencia sobre un preso que no quiso subirse al camión de traslado para ir hasta los tribunales. “Ya desde el vamos yo no quiero recordar nada. No quiero volver a acordarme de nada de lo que pasó antes, yo ya tengo una vida. Yo no veo sentido que me hagan recordar de lo que pasó antes”, dice luego E.B. frente a los jueces.

Hay otros que ya no pueden contar lo que vivieron: en estos 12 años, fallecieron 11 testigos. Casi uno por año.
_ ¿Quedo afectado?, pregunta la fiscal.
_ Sí, porque más allá de que somos presos también somos seres humanos, responde R.B.
_ ¿Tenía amigos en el 16?
_No, pero también son seres humanos, insiste el testigo que hacía sólo 5 días que estaba en el penal.

“En ese momento lo que uno más quiere es ayudar a la gente, se desespera porque ver que un chico se está derritiendo en carne viva del otro lado de las rejas y te pide por favor… yo lloraba, decía dios por qué estaba pasando esto, lloraba”, había dicho J.B. en su declaración minutos antes.

_ ¿El personal del servicio ayudaba?
_ No.
_ ¿Entraron a sacar presos?
_ No, ninguno.
(…)
“Su testimonio ha finalizado”, informa el juez a C.G. “Yo lo único que quiero decir es que quiero que se haga justicia (…) murieron los pibes: ellos tenían la llave para abrir y no quisieron abrir”, responde el testigo al micrófono antes de levantarse.