CATÁLOGO DEL MAM

Año 2016

Las muestras del año 2016 recuperan el eje de la resistencia a la opresión desde el lugar de los más débiles, los marginados, los censurados y los silenciados. La cuestión de género, el rechazo a cualquier tipo de genocidio, la reconceptualización de la idea de héroe, la fiesta como reversión del status quo y como celebración de la diversidad.
El MAM propone el rescate de los héroes anónimos, diferentes, no convencionales, y celebra sus huellas en la historia de nuestro país, su resistencia al encierro y al ocultamiento, sus distintas maneras de salir a la luz. 

El ciclo de muestras en el MAM comenzó tempranamente con una exhibición ideada para las celebraciones de carnaval. La misma giró en torno al candombe porteño como identidad de las poblaciones africanas que habitaron esta tierra. Fotos, máscaras y estandartes reconstruyen a través de un recorrido histórico las expresiones del carnaval en Buenos Aires.

En el marco del día internacional de la mujer y frente a los desafíos que señala la agenda de género en el presente se presentó en el MAM la muestra Mujeres, una exposición colectiva que reúne la obra de las artistas plásticas Ana Maldonado y Diana Dowek junto a las fotos de Leonardo Marino. Un conjunto de representaciones en las que convive el retrato histórico con el relato íntimo, las desigualdades con la lucha política, cultural e ideológica.

Desde la pintura, el altorrelieve y la foto, siglos de humanidad se dibujan en los diversos rostros de mujeres. La mirada de Rosa Luxemburgo o de otras luchadoras pintadas por Dowek se cruzan con el retrato fotografiado de desconocidas heroínas en sus casas del conurbano, o más aun, con la iconografía precolombina de la mujer originaria en trabajo de parto. En los tres artistas, está presente el reconocimiento de la mujer como sujeto de la historia y el compromiso de ellos por la igualdad y la defensa de sus derechos.
A esta muestra continuó la reposición de Un mar muy muy revuelto, muestra de producción propia que a 200 años de la independencia nos hace pensar la idea de nación como una construcción colectiva que reconoce la diferencia y el conflicto en el marco de la convivencia y el respeto a los derechos civiles, sociales, políticos.

En el mes de agosto y a partir de la consigna “Rastros de irrealidad” la 19ª edición del Festival de la Luz, contó con el MAM como escenario local para la muestra “El borde interno / Fotografía Mexicana”. Con curaduría de Santiago Hafford, la muestra reconstruye el contexto de un México atravesado por tensiones, violencias y resistencias que marcan la vida histórica del país. De esto dan cuenta las obras de Alejandro Cartagena, Mayra Martell, Dulce Pinzón y Mónica González, cuyas diversas estéticas, confluyen en una sensible mirada social y política de México hoy.

La muestra está compuesta por las obras Carpoolers de Alejandro Cartagena, La verdadera historia de los superhéroes de Dulce Pinzón, Geografía del dolor de Mónica González y Memory log book Ciudad Juárez de Mayra Martell.

Car poolers de Alejandro Cartagena retrata desde la más profunda originalidad una serie de camionetas de trabajadores que se desplazan por una ruta. Las fotos son tomadas desde un puente justo en el momento que pasan por allí. Todas las tomas son idénticas; lo que cambia es el vehículo y lo que carga en su parte trasera, la caja o su propio habitáculo. Durante todo un año, Cartagena miró y se internó en esos viajes con el objetivo de re-descubrir a estos trabajadores, acercándose a sus universos privados. Un ensayo que documenta las condiciones de trabajo, la solidaridad y la capacidad de sobreponerse a las adversidades. Y que también nos habla del impacto ecológico, político, económico y social del acelerado crecimiento suburbano -sin planificación y control- en las ciudades mexicanas.

La verdadera historia de los superhéroes de Dulce Pinzón vuelve sobre la figura del héroe anónimo. Retrata a inmigrantes mexicanos en EEUU, en su propio ámbito laboral disfrazados de superhéroes extraídos de una tira de historieta (Batman, Superman, el increíble Hulk, entre otros). Más allá de resignificar el sentido de estos personajes, Pinzón centra su mirada —al igual que Cartagena— en el mundo del trabajo y las remesas como una contribución al desarrollo económico de sus países de origen.

Desde la declaración de la guerra contra el narcotráfico en 2006, la violencia se fue profundizando en México. Geografía del dolor de Mónica González es una instalación multimedial que narra a partir de distintos testimonios audiovisuales, “los desplazamientos internos en el territorio por la siembra de droga, la reclusión de jóvenes para trabajo forzado por los carteles, la desaparición de niñas y jóvenes para trata y explotación sexual, y el asesinato de jóvenes que el gobierno criminalizó”. El Estado paramilitar del narcotráfico, el dolor de las familias y la disputa por el territorio – señalado en un mapa -da cuenta de la extensión geográfica de un problema complejo de asesinatos y desapariciones.
La disputa por esos territorios marcados por la violencia, también es puesto en perspectiva por Mayra Martell y su áspero y hostil ensayo Memory log book Ciudad Juárez. Aquí la autora, denuncia la desaparición de mujeres, la destrucción de una ciudad que tuvo su época de gran pujanza industrial hoy transformada es escenario de guerra entre carteles de droga.

En septiembre y a diez años de la segunda desaparición de Jorge Julio López presentamos en el MAM la muestra Testigo del artista conceptual Jorge Caterbetti. Una obra que recupera escritos del mismo Jorge Julio López. “Pastor: te dejo esta carta para ver si algún día podés hacer justicia”, escribió López como nota que acompaña los escritos que le envió a su compañero de militancia Jorge Pastor Asuaje. Tras la segunda desaparición de López, Pastor lo presentó ante los tribunales y fue parte de la prueba que permitieron condenar al genocida Miguel Etchecolatz.

En esos papeles cubiertos de palabras, de dibujos, de diagramas –que Caterbetti toma para diseñar una instalación- está Jorge Julio López, el hombre que sobrevivió al terrorismo de Estado, que declaró para condenar a los responsables del genocidio y que nos legó su memoria inmensa, íntegra, para seguir luchando contra la impunidad.

Caterbetti va del arte objetual al conceptual, toma sus papeles, sus ropas y sus herramientas de albañil y trabaja el sentido de oxímoron: “la ausencia presente”. A esto lo llama “Los demonios sin cuernos” y se desarrolla en tres puntos distintos de la ciudad: el salón de los pasos perdidos del Palacio de la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, el hall central del Museo de Arte Contemporáneo (MACLA) y nuestro museo.

En el mes en defensa de los derechos en salud mental y como forma de interpelar a la sociedad, denunciar y exigir al estado, exhibimos “Calma feroz”, que reúne los trabajos “El Borda” de Eduardo Gil e “Interna-mente” de Gabriel Galán. La muestra es un espacio más de reflexión y debate entre las actividades que se desarrollaron en el mes en defensa de los derechos en salud mental. Cada año la conmemoración se presenta como una estrategia que busca concientizar sobre los padecimientos que sufren estas personas, uno de los sectores más estigmatizados, discriminados y, fundamentalmente, vulnerados por los sistemas de salud.
Las fotografías del Gil en el Borda y las de Galán en el Hospital Alejandro Korn de Melchor Romero fueron tomadas en distintos tiempos, revelan un instante de ese cotidiano del manicomio y se transforman, a través del papel, en un testimonio perenne de lo que ocurrió. Ese testimonio que interpela, que enuncia preguntas y que busca respuestas.

Los manicomios se constituyen como dispositivos de disciplinamiento que reproducen las lógicas del poder y el tratamiento de la diversidad, del diferente, del peligroso, del pobre, del anormal. Sobre este escenario marcado por el olvido, el silencio, la violencia y la desidia estatal, los artistas Eduardo Gil y Gabriel Galán posan el foco de sus cámaras con un fin testimonial y estético: recuperar el arte como denuncia y como lenguaje.

En su sentido más profundo y político, estas fotos recogen el compromiso con la transformación de estos espacios, aportando al desafío de promover en las instituciones neuropsiquiátricas un cambio de paradigma a la hora de comprender y abordar estos padecimientos.