comisión provincial por la memoria

4 de octubre

paro nacional por 24 horas

TODOS A LA HUELGA GENERAL

“Por una CGT única, solidaria y movilizada. La dignidad no se negocia, el hambre no se tolera. Fuera, fuera la patria financiera”.

Con esta consigna, el 4 de octubre de 1983 la CGT Azopardo y la CGT Brasil convocaron a un paro nacional de 24 horas. La medida tuvo una altísima adhesión de todos los sectores, principalmente del sector público. Fue uno de los paros más grandes contra la dictadura.

Ante la masividad de la medida, la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia realizó un exhaustivo seguimiento del movimiento sindical y obrero: generó informes con detalles y estadísticas sobre la participación que permitían ver el impacto que tuvo el paro en distintos lugares de la provincia así como en los diversos sectores productivos. Los números fueron sorprendentes.

En las distintas localidades el paro tuvo sus particularidades y consignas: “Marchas de silencio”, “Paramos todos el 4 por los 3 mil de mínimo, y por el no pago de la deuda externa -rompamos con el FMI– exijamos un plan de lucha de las dos CGT”. El país comenzaba a ponerse de pie y la fuerza de los trabajadores unidos se hacía notar.

Los reclamos centrales del paro se enfocaban en la recomposición salarial, la suba del salario mínimo, la reactivación de las fuentes de trabajo, el distanciamiento con las políticas del FMI y contra la política del hambre. Aunque todavía seguía vigente el estado de sitio proclamado por la dictadura, la huelga general puso en evidencia una vez más el rol del movimiento obrero en la resistencia a las políticas de la dictadura militar.

Para octubre de 1983 la crisis económica y social era incontenible. La dictadura estaba en retirada y las elecciones eran el principal tema de debate. En ese contexto fue mucho más contundente la convocatoria de las dos CGT bajo la consigna “Fuera, fuera la patria financiera. Por una CGT única, solidaria y movilizada”.

Entrevista a Victor Mendibil

Fue fundador y secretario gremial de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), y secretario general de la Asociación Judicial Bonaerense. Fue miembro titular del Consejo Directivo de la Confederación General de los Trabajadores (CGT) por Dolores y La Costa, y presidente del Congreso de la Confederación Latinoamericana de Trabajadores Estatales (CLATE), en 1998. En la actualidad, se desempeña como co-secretario de la Federación Judicial.

La dictadura cívico militar vino a imponer un modelo económico de explotación en beneficio de las multinacionales y del sistema financiero. Para imponer esas medidas en el año 76’, el mecanismo fue instalar una relación entre la dictadura y la sociedad de terror.

 El terror significaba: la desaparición de las compañeras/os militantes, las leyes de prescindibilidad en el Estado nacional, provincial y municipal; los despidos en las comisiones internas de las fábricas,  las puertas de las fábricas ocupadas por el ejército. En los lugares de recreo de los gerentes de empresas, como por ejemplo la empresa Ford, tenían a los delegados secuestrados, mientras los intimaban a que se hicieran presentes. Digo esto porque este es un caso concreto judicial que se logró probar.

Había un modelo para disciplinar e imponer esas medidas. En ese marco, se dieron innumerables luchas y movilizaciones. Por supuesto que no tenían ningún tipo de difusión y  muchas de ellas terminaron con represión.

Uno de los paros fue el de Luz y Fuerza, donde terminó secuestrado el secretario general Smith, y así sucedió en la mayoría de las empresas. A pesar de ese mecanismo de disciplinamiento a través del terror, con la detención, con la persecución y con el ataque a las organizaciones sociales que salían a protestar, diciéndole locas a las madres, diciendo que en la Argentina éramos “Derechos y Humanos”… Muñoz, relator de futbol decía, mientras se desarrollaba el mundial 78: “vean vean, las libertades que hay en la Argentina. Vean como mienten los subversivos en el exterior. Es todo lo contrario, los argentinos somos derechos y humanos”. Todo eso significó un escenario muy fuerte.

Ahora, los que estábamos en la superficie y habíamos quedado militando en las organizaciones, en mi caso en la Asociación Judicial Bonaerense, participamos activamente en las movilizaciones. Acá en La Plata, en una ciudad casi tomada, íbamos por el medio de la 44 hasta la Iglesia San Cayetano; o íbamos a Buen Aires a pequeños actos con los gremios estatales o con los gremios más importantes que generaban mayores movilizaciones.

Hubo situaciones extraordinarias de movilizaciones, por supuesto. Por ejemplo, en el caso nuestro, a nosotros nos arrebataron el sistema de porcentualidad salarial que era un sistema de igualdad para todos los trabajadores judiciales del país, que habíamos logrado con el gobierno constitucional de Isabel Perón y de Cafiero, Ministro de Economía. Lo derogaron. Pero nosotros salimos a la calle, nos movilizamos. Terminamos en el 82’ movilizándonos a la Plaza de Mayo y a fines del 83’, se puso en marcha. Es decir, recuperamos el sistema porcentual que nos había arrancado la dictadura y lo recuperamos con paro y movilizaciones. En este caso, los judiciales pero paraban los estatales.

Me acuerdo haber compartido acciones con seccionales de los docentes en las calles. Creo que de ese episodio surge, incluso, la formación del sindicato SUTEBA y otras organizaciones. Pero también con los metalúrgicos, los mecánicos, hasta que se produjeran episodios como el 30 de marzo del 82’, los paros previos y los paros nacionales posteriores de la CGT Brasil y Azopardo. Estaba dividido el movimiento sindical, pero más allá de esa división formal, de los  distintos intereses o metodologías, había una decisión de enfrentar a la dictadura.

Sin duda que la derrota de Malvinas significó una lápida para la dictadura militar pero esa derrota, que fue un manotazo para ver si lo graban sobrevivir a todo el cuestionamiento del movimiento sindical y de las organizaciones de DDHH que, como las Madres, como la Liga por los Derechos del Hombre y la APDH, estaban dando en ese momento. 

Los principales desafíos fueron recuperar derechos que la dictadura nos había arrebatado. En nuestro caso era el sistema de porcentualidad salarial. Habíamos perdido un alto poder adquisitivo de nuestro salario. Los trabajadores estaban, como dije, bajo un sistemas de prescindibilidad, por lo tanto, los patrones de turno en los ministerios y en el Poder Judicial habían dejando cesantes a miles de compañeros; ni siquiera por cuestiones de militancia política, dejaron prescindibles a una cantidad de compañeros en todo el Estado nacional, provincial y municipal. Las convenciones colectivas estaban suspendidas, los sindicatos tenían intervenidas sus conducciones. La mayoría de los compañeros estaban despedidos o cesantes y, quedaba como base de la discusión, surgida casi en la ilegalidad, las comisiones internas de fábrica y los delegados en los lugares de trabajo.

Me acuerdo que, por ejemplo en tribunales, los que quedaban eran los delegados ya que las comisión directiva estaba diezmadas. Y en ese sentido, pasaba lo mismo en el resto del Estado, empresas privadas y sobre todo, en el cordón industrial. Recordemos que habían sido detenidos y desaparecidos referentes importantísimos del movimiento sindical como Alberto Pichinini y había fallecido un tiempo antes, Agustín Tosco. Toda esa franja de militantes  clasistas y combativos, estaban detenidos, desaparecidos o exiliados.

La resistencia continuó. La resistencia se dio en forma enérgica y básicamente era: construir una nueva confianza entre los trabajadores, recuperar a los compañeros despedidos o cesantes y recuperaran la libertad de los compañeros que estaban presos. Por eso, una de las cuestiones era visitar a los compañeros detenidos a las caréceles para alentarlos a mantenerse firmes en el lugar que les tocaba transitar, en la detención ilegal, y hacerles saber que afuera estábamos peleando.

El rol de la lucha de los trabajadores creo que fue fundamental. Sin duda, lo que transcendió en los medios a nivel internacional y nacional, fue la lucha de las Madres. Sin duda las movilizaciones de las organizaciones de DDHH realmente fueron importantes, decisivas. Ahora, lo que no está totalmente registrado o identificado, es la resistencia de la clase trabajadora, del movimiento obrero en general, contra la dictadura, contra las políticas de entrega de la soberanía nacional; contra las políticas de aplicación de medidas financieras absolutamente draconianas.

El tema del endeudamiento, pensemos que nosotros en el 74’ teníamos una distribución casi del 50/50: el 48% para los patrones y casi él 52% por cierto de la torta de la riqueza que se generaba en la Argentina, era para los trabajadores. Eso se vio severamente mutilado durante la dictadura y debíamos alrededor de 3800 millones de dólares. La dictadura terminó endeudándonos en decenas de millones de dorales y finalmente, esa deuda privada la terminaron estatizando Caballo y Melconian.

La resistencia era por recuperar el salario, por recuperar a los compañeros cesantes, por recuperar a los compañeros que estaban detenidos, porque se investigaran las torturas y las decisiones de avasallamiento de derechos fundamentales por parte de las policías, organismos de seguridad y las FFAA.

 “Se va a acabar, se va a acabar la dictadura militar” era la consigna con la que entrabamos a la Plaza de Mayo y a los lugares donde nos juntábamos para empezar a movilizarnos.

En estos 40 años han sucedido muchas cosas, aquí y en el mundo. Pensemos que en los 70´’ el camino a una sociedad sin explotados ni explotadores, el camino al socialismo, parecía que llegaba, de una u otra manera. La caída de la Unión Soviética y del campo socialista significó un retroceso muy importante en cuanto a poder imaginar un horizonte con una perspectiva diferente a nivel de la humanidad.

Eso significó que se produjera una crisis cultural, de clase. La misma situación de aislamiento de la revolución cubana, a nivel latinoamericano, de las dificultades de los demás procesos que se dieron en los 80/90 en países como Brasil o Nicaragua. Todas esas crisis que se han vivido nos han significado una crisis de orgullo de clase, y lo digo como trabajador.  Entonces, muchos sectores terminan pensando que puede haber un salvador milagroso, llámese el menemismo de la revolución productiva y el salariazo, y una parte del sindicalismo argentino convirtiéndose en empresarios y los afiliados a los gremios convirtiéndose en clientes de esos empresarios y transformando esos sindicatos en sociedades anónimas, como la Federación de Luz y fuerza, entre otras.

Y al mismo tiempo, surgiendo nuevas organizaciones como la Central de Trabajadores de la Argentina, con una propuesta de amplia participación plural, no solamente teniendo en cuenta  a los sectores trabajadores que estaban dentro de la fábrica, sino que la movilización de esa etapa de la CTA fue ir a buscar a los trabajadores que estaban afuera: vinculados a los miles de despedidos en los ferrocarriles, en las empresa del Estado en los años 90’. Eso fue un golpazo muy fuerte al orgullo de los trabajadores, ya que muchos pensaron que era posible que el peso argentino tuviera el mismo valor que el dólar. Muchos se lo creyeron y es más, hoy algunos vuelven a creer que se puede dolarizar la económica y que se puede transformar la Argentina en una economía dolarizada, casi mágicamente.

Ese proceso que hemos vivido en estos 40 años, también ha tenido la particularidad de que hay una importante franja de nuestro pueblo que resiste esas políticas, que enfrenta esas políticas y que resiste a las políticas de mano dura, de gatillo fácil que, incluso, muchos dirigente políticos intentan volver a recrear; políticas de la dictadura militar como las de Martínez de Hoz, de Caballo o de los personajes de esa etapa. Con otros nombres pero son el mismo perro con distinto collar. Hoy también intentan llevar adelante diciendo que la única salida es el mercado y el sálvense quien pueda; el individualismo llevado a su mayor expresión.

Nuestro pueblo en estos 40 años y una gran mayoría de nuestros jóvenes siguen pensando que la solidaridad es la base de una sociedad y creen en que es la salida; un modelo solidario como salida para la Argentina, un modelo soberano. Eso está en debate hoy. Estuvo ayer y está ahoya. Por eso, yo estoy convencido que en la inmensa reserva de nuestro pueblo, como lo vemos en la CPM, en nuestros pibes que trabajan en Jóvenes y Memoria que todos los días luchan enfrentado a la tortura, a los lugares de encierro, y a esas políticas sistemáticas de agredir a nuestro pibes, a los más pobres y llenar las cárceles de pibes pobres mientras los personajes siniestros del poder económico lavan el dinero de la droga o el dinero mal habido.

Así que en ese sentido, creo que estamos en un momento de una inflexión muy importante, donde el poder económico y financiero tienen una posibilidad a través de personajes que se han proyectado en la política. Pero los trabajadores y el pueblo también tenemos nuestro candidato, tenemos la fuerza política, tenemos las organizaciones sindicales que están dando y van a seguir dando una pelea para construir otro modelo de sociedad.