comisión provincial por la memoria

NO FUE UNA GUERRA, FUE GENOCIDIO

Durante las primeras décadas de la segunda mitad del siglo, especialmente a partir de la revolución cubana, hubo un fuerte proceso de radicalización política en América Latina. En el seno del pueblo argentino estaba instalada una intensa pugna en torno al proyecto de país que se quería construir. Amplios grupos sociales y políticos promovían una transformación radical por la vía revolucionaria, ya sea por medio de la lucha armada como por prácticas no violentas.

Desde sectores políticos de derecha argumentan que el accionar de las organizaciones armadas ha sido silenciado. La violencia política que antecedió al golpe vuelve a señalarse como responsable de la violencia ejercida desde el Estado.

Las organizaciones revolucionarias armadas desplegaron actos de violencia que en un marco democrático debieron ser juzgadas con todas las garantías del Estado. Pero no fue lo que sucedió. Según un informe elaborado y publicado por la Junta Militar en el diario La Nación el 8 de mayo de 1980, estos actos contabilizan 492 asesinatos entre 1969 y 1979 (sólo el genocida ex director de investigaciones de la policía Miguel Etchecolatz fue condenado por 711 crímenes).

Las víctimas de la dictadura no tuvieron juicio justo por lo tanto no son legalmente culpables de delito alguno: son inocentes. Considerarlos culpables o delincuentes sería reconocerle legalidad a los procedimientos inhumanos e ilegales a los que la dictadura los sometió.

Ante la imposibilidad de ocultar las graves violaciones a los derechos humanos, el Documento Final de la Junta Militar sobre la Lucha contra la Subversión y el Terrorismo y el Acta Institucional, publicado el 28 de abril de 1983, intentó justificar sus crímenes que durante muchos años había negado: “Las acciones así desarrolladas fueron la consecuencia de apreciaciones que debieron efectuarse en plena lucha, con la cuota de pasión que el combate y la defensa de la propia vida genera. En un ambiente teñido diariamente de sangra inocente, de destrucción y ante una sociedad en la que el pánico reinaba. En este marco, casi apocalíptico, se cometieron errores que, como sucede en todo conflicto bélico, pudieron traspasar, a veces, los límites del respeto a los derechos humanos fundamentales y quedan sujetos al juicio de Dios en cada conciencia y a la compresión de los hombres”.

Los argumentos de hoy en torno a una supuesta guerra contra el terrorismo son los mismos que la dictadura enunció para ocultar los crímenes de lesa humanidad que perpetró contra decena de miles de personas a las que secuestró, privó ilegalmente de su libertad, torturó, expulsó al exilio e hizo desaparecer.

boton nulidad de amnistia

ver más