Disidencias sexuales

Homosexuales, pederastas pasivos y activos, mujeres hombrunas, amorales sexuales, actos travestis y lesbianos, amanerados, marimachos y afeminados fueron algunas de la maneras en que la Dirección de Inteligencia de la policía (DIPPBA) de la provincia de Buenos Aires catalogó a las disidencias sexuales.

La moralidad y buenas costumbres eran importantes para la policía, en ese sentido un dato que se tenía en cuenta era el prestigio social. Para ese objetivo la DIPPBA poseía un código cifrado donde solicitaba una serie de puntos para la investigación de las personas, uno de estos era el “concepto que goza en su medio ambiente y moralidad”. 

Desde la creación y durante muchos años la Dirección de Inteligencia tuvo una mirada hacia los sujetos considerados amorales en forma individual. Es decir, no se realizaba espionaje hacia un colectivo u organización de homosexuales organizados, que pudieran ser foco de conflicto.

A mediados de los años ochenta con la aparición de la “peste rosa” y con las denuncias de la Comunidad Trans, Travesti y Transexual, por el creciente hostigamiento policial en las zonas rojas, la Dirección de Inteligencia comienza a realizar un espionaje a un colectivo organizado y generador de opinión pública.

Estas marcas hablan de una catalogación que excede a los tiempos políticos: en democracia o en dictadura, el espionaje a la disidencia sexual fue un modus operandi que realizaba la policía de hecho, con edictos policiales a su favor y otras veces sin dar cuenta de ellos.