– MUESTRA DIGITAL –

Resistiendo la Cárcel

Re-sentir

¿Es real esto que veo? toda la madrugada esperé despertarme, me pellizqué, me di un baño con agua fría y nada… Sigo acá. ¿Cómo se atreve el encierro a abandonarme así? Libertad penal, pero hermosa libertad. Libertad a medias pero resplandeciente libertad.

Nueva Vida, Camilo Blajaquis

La Comisión Provincial por la Memoria creó en 2002 su primer programa de intervención para las violaciones de derechos humanos cometidas en el presente: el Comité contra la Tortura. En el año 2003 se inició el registro de casos judiciales de tortura y en 2004 se presentó el primer informe: El sistema de la crueldad. Ya en 2005 comenzaron las inspecciones periódicas a las cárceles, comisarías, institutos de jóvenes y hospitales neuropsiquiátricos. La CPM se constituyó de hecho en el Mecanismo de control y monitoreo de los lugares de encierro de la provincia de Buenos Aires, estipulado en el protocolo facultativo de la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes de la ONU y suscripto por la Argentina en el año 2004.

En el 2010, la CPM junto a la Procuración Penitenciaria de la Nación (PPN) y el Grupo de Estudios sobre el Sistema Penal y Derechos Humanos (GESPyDH) del Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, creó el Registro Nacional de Torturas y/o Malos Tratos (RNCT).

El programa de Inspecciones en lugares de encierro coordina las inspecciones que lleva adelante el Comité Contra la Tortura. Periódicamente se realizan inspecciones sorpresivas a cárceles, comisarías, institutos de menores y alcaidías que se desarrollan con protocolos de intervención respetuosos de los estándares internacionales de monitoreo y preservando la confidencialidad de la información brindada por las personas detenidas. El equipo profesional recorre pabellones e ingresa en las celdas constatando in situ las condiciones de alojamiento y entrevistando allí, de manera privada, a las personas detenidas.

Estas inspecciones pueden ser generales, parciales o de emergencia. Las generales tienen por objetivo relevar las condiciones de detención, hábitat, régimen de vida, trato, régimen de sanciones y padecimiento de torturas y malos tratos, sobrepoblación o corrupción que se registren en dichos ámbitos. En las mismas se recorre minuciosamente todo el lugar de detención.

Las inspecciones parciales tienen el mismo objetivo, pero se circunscriben a uno o varios pabellones o sectores donde se recibió alguna denuncia o información de violación a los derechos humanos.

Las inspecciones de emergencia se llevan a cabo para intervenir en casos urgentes o graves de violación de derechos, individuales o colectivos.

El Museo de arte y memoria de la CPM se propone expresar a través del arte las vivencias de los sentires en la cárcel. El desafío esta signado por exponer una estética que signifique y re-signifique la vida en un espacio de encierro, privado del derecho a la libertad.

Hacer arte sobre y desde la cárcel. Dos aristas de producción que se imbrican y dialogan en la presente muestra. Hacia dentro, la solidaridad es la forma estética y ética que tienen las víctimas para resistir el encierro. El arte de no estar solo.

– Fotografías –

Miradas que interpelan al observador, miradas desafiantes, apenadas, rostros secos de sonrisas.

Cuerpos, cual objetos de disciplinamiento, que atraviesan el control y el castigo.

Disciplinamiento que establece modos, formas y estéticas carcelarias, limitando la expresividad y el movimiento que pone alas al corazón. 

Fotografía: Pablo Cuarterolo

 

Disciplinamiento que establece modos, formas y estéticas carcelarias, limitando la expresividad y el movimiento que pone alas al corazón.

 

Fotografía: Pablo Cuarterolo

Unidad Penal 1, Lisandro Olmos, La Plata, provincia de Buenos Aires. 2016

Fotografía: Archivo CPM (Octavio Romero)

Reintegrante, reincidente, categorías para nombrarse, etiquetas que señalan la dificultad de “salir de la cárcel” aun cumpliendo la condena, se vuelve muchas veces. Regresar al no lugar, con la frente marchita, con el cansancio a cuestas, como una pesadilla recurrente de la que no se puede escapar.

 

Unidad Penal 57, Campana, provincia de Buenos Aires. 2019

Fotografía: Archivo CPM (Octavio Romero)

La tortura posee múltiples dimensiones que establecen un férreo control y disciplinamiento sobre el cuerpo de las personas que lo padecen.
El frío, el hambre, la escasez de agua, la convivencia con roedores e insectos. La amenaza, el golpe y el dolor de seguir siendo en un espacio inhabitable.

Unidad Penal 2, Sierra Chica, provincia de Buenos Aires. 2018.

Fotografía: Archivo CPM (Federico Suarez)

Cárceles lejanas, donde lo urbano no transita. Transportes que no llegan, con horarios reducidos que acrecientan la distancia. Un circuito donde se ingresa pidiendo la ubicación cercana al domicilio familiar. Rotar por cárceles por no poder llegar nunca a destino. El llamado Circuito del campo.

Unidad Penal 15, Batán, Mar del Plata, provincia de Buenos Aires. 2018.

Fotografía: Archivo CPM (Federico Suárez)

Fronteras de un más allá inaccesible. La desolación del paisaje inalcanzable, de los vínculos perdidos, distantes.

El canto al servicio de la religión, la expresión, cantar, reunirse, olvidarse por un momento del adentro, sentir el viento en la cara.
Quienes habitan los pabellones llamados evangelistas hacen misa en los espacios abiertos de la cárcel.

 

Patio de la Unidad Penal 1, Lisandro Olmos, La Plata, provincia de Buenos Aires. 2018.

Fotografía: Archivo CPM (Emanuel De La Fuente)

La tortura extrema que lleva a la muerte. La cárcel mata. Un incendio en un pabellón, agentes penitenciarios que desoyen deliberadamente el pedido de auxilio. La desesperación de los detenidos en pabellones aledaños, yendo al rescate de sus compañeros prendiéndose fuego, la represión que les impide salvarlos. El fuego que consume cuerpos, vidas, sueños y devora también la humanidad de quienes custodian.

Pabellón 16, Unidad Penal 28, Magdalena, provincia de Buenos Aires. 2017.

Fotografía: Archivo CPM (Emanuel De La Fuente)

La oscuridad, la voz que no resuena por falta de interlocutor, el silencio que le gana a la impotencia. Aislamiento, celda de castigo. Plus de dolor impuesto sobre las personas que están cumpliendo una condena social.

 

Buzones (Separación del Área Compartida – SAC). Unidad Penal 28, Magdalena, provincia de Buenos Aires. 2019.

Fotografía: Archivo CPM (Octavio Romero)

Sector «La meona», Unidad Penal Lisandro Olmos, La Plata, provincia de Buenos Aires. 2016.

 

Fotografía: Archivo CPM (Octavio Romero)

 

El hambre más espurio. Descomposturas, grasa que enferma. Mercadería acumulada, agusanada, el olor pregnante. Las moscas, el sin  sabor, la escasez de comida. Paliar la falta de alimentos con el mate colectivo, el sabor caliente del agua con yerba y azúcar que  aplaca el ruido en el estómago, las encomiendas de la familia abiertas a ser compartidas con el pabellón. Estrategias para sobrevivir y  compartir..

Cocina en la Unidad Penal 8 (Cárcel de mujeres), Los Hornos, La Plata, provincia de Buenos Aires. 2017.

Fotografía: Archivo CPM (Juan Manuel Rada)

Espacios de vida que generan enfermedad, por falta de limpieza, de agua potable, de comida en buen estado, por hacinamiento. La cárcel enferma y no atiende, no escucha las voces que reclaman e imploran porque hay sufrimiento, entonces es necesario  encomendarse a los seres sobrenaturales que brindan protección. Y que Dios, San la muerte y el Gauchito Gil nos ampare…

Años de  permanecer en estas condiciones de existencia precaria, van haciendo mella en el cuerpo. Frente a la lentitud de la justicia, la  desatención de la salud. Rezar, encomendar, entregar la vida al gauchito Gil, el máximo protector de los detenidos. Las cárceles son un  espacio que producen dolor y muerte. Como sociedad es necesario revisar este sistema punitivo para una transformación acorde a lo  que establece la ley.

Unidad Penal 51 (Cárcel de mujeres), Magdalena, La Plata, provincia de Buenos Aires. 2019.

Fotografía: archivo CPM (Emanuel De La Fuente)

– mujeres en el encierro –

La Comisión Provincial por la Memoria, a través de su Programa el Comité contra la Tortura, realiza inspecciones periódicas a las  cárceles donde también están privadas de su libertad mujeres, mujeres con hijos. La cárcel para ellas tiene estigmas singulares a la  condición de género.

Cuando todo sujeto es privado de su libertad, vivencia a partir de ese instante la ruptura con una parte importante del lazo social. El rol de la mujer como sostén, es esencial para el proceso de la vida en las condiciones inhumanas de una cárcel, tanto  como familiar que acompaña, como mujer víctima del encierro.

Dentro de la división del trabajo, al interior del espacio doméstico, la  sociedad estableció por definición de roles, que la mujer lleva la carga del cuidado. Tarea que se incorpora casi sin cuestionamiento  desde la socialización temprana y el sentido común construido.
En la producción de dolor que es la cárcel, la mujer cumple un rol reparatorio: acompaña, visita, lleva medicación, curación y alimentos a los hombres detenidos. Pero la mujer queda sin acompañamiento cuando es ella la que vive el encierro. Por ende, los lazos afectivos  y solidarios construidos al interior del penal, se transforman en sostén y resistencia.

A continuación presentamos la producción de tres  artistas que muestran la realidad del género en situación de cárcel: Adriana Lestido, Gala Abramovich y Pablo Cuarterolo.

En la solidaridad de lo compartido, un mate alrededor del fueye hace trascender las horas de espera, un tiempo paralizado que no tiene segmentos. Pequeñas rutinas que le dan sentido al devenir.

Fotografía: Pablo Cuarterolo

La dimensión fundante de lo afectivo como acción política.

La desvinculación familiar, los afectos que no se pueden materializar, ni ver, ni corporeizar. La extrañeza, extrañar, volverse extraño para un otro lejano. Recomponer lazos sociales apelando a la ternura y a una nueva construcción de sentires. Despertar los sentidos, defender los espacios de intimidad, lo propio, lo apropiado con el otro, un espacio de la subjetividad que el encierro no puede atravesar.

Fotografía: Adriana Lestido. Mujeres presas

¿Cómo mirar con ojos de encierro? ¿Qué se ve detrás de los intersticios de un “pasaplatos”? Puntitas de pie para mirar un horizonte gris, una pared detrás de otra pared. Un galpón vacío, una muralla detrás de otra muralla, la cárcel que no termina.

 

 

Fotografía: Gala Abramovich

Resistir, aun detrás  de los devastadores signos que produce la violencia institucional. Los cuerpos no son pasivos a esta crueldad y encuentran formas de  resistencia que alivian la dualidad de existir en un lugar que invisibiliza la inexistencia.

 

Fotografía: Gala Abramovich

– niñez en el encierro –

¿Cómo se crece en la premura del tiempo inmutable?

La ternura vence a las rejas, así lo expresó el poeta Miguel Hernández en el poema escrito a su niño, que no tenía para comer más que  cebollas y leche materna: “tu risa me hace libre me pone alas, soledades me quita, cárcel me arranca”

El programa de Promoción y  protección de los derechos de niñas, niños y jóvenes de la Comisión Provincial por la Memoria tiene el propósito de profundizar una  línea de intervención institucional en clave de promoción y protección de los derechos de niños, niñas y adolescentes en el ámbito de la  provincia de Buenos Aires. Al mismo tiempo, se vincula con organizaciones de la sociedad civil y el universo académico, con el fin de  trabajar en la efectiva implementación de la Convención sobre los derechos del niño y la Ley de promoción y protección integral de los  derechos de los niños (13.298), de las que el Estado es el garante de su cumplimiento.

Además desde el Programa Inspecciones se  realizan monitoreos a los espacios de encierro de jóvenes, donde se vislumbran violaciones a los derechos de los jóvenes y se realizan  las pertinentes presentaciones a las instancias estatales correspondientes (Órgano de niñez y adolescencia o juzgados)

Durante esas  inspecciones, desde el área de Comunicación de la CPM se acompañó el monitoreo a fin de realizar un registro de las condiciones de  detención. Con parte de ese material se realizó la presente muestra.

El abrigo amigo, rodear al otro para ser rodeado, abrazarse y reconfortarse en el tedio.
Acompañar, ser compañero.
La fraternidad que acaricia, que diluye los mares de dudas y miedos.

Centro Cerrado Almafuerte, La Plata, provincia de Buenos Aires. 2018.

Fotografía: Archivo CPM (Javier Ponce)

No es fácil habituarse a estos espacios para jóvenes acostumbrados a transitar el espacio público, recorrer su mundo con los pares.  Tener añoranzas, sueños, miedos y desilusiones. Horas de encierro. Descubrirse creciendo sin tener espejos donde reflejarse. La mirada cómplice que no tiene devolución.

Centro Cerrado Pablo Nogués, Malvinas Argentinas, provincia de Buenos Aires. 2016.

Fotografía: archivo CPM (Lautaro Ordenavia)

En el interior de los muros, hay grupos de personas que trabajan con los jóvenes para poder generar una mirada alternativa, una  resistencia al camino trazado.

 

Centro de recepción penal, Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires. 2018.

Fotografía: archivo CPM (Octavio Romero)

Desde los institutos también se genera arte. Seguir soñando es una Revista que se produce en el Centro  C. Almafuerte y los adolescentes junto a los profesionales, indagan sobre la vida, la realidad del mundo actual, los espacios de defensa  de los DDHH, se preguntan cómo crear un mundo más igualitario y con posibilidades para todos.

 

En el número 20 de la Revista, aparece una nota de un taller sobre DDHH realizado por el Programa de Jóvenes y Memoria de la CPM en el Centro Almafuerte. Esto  fue organizado por el Servicio Educativo y la Dirección del Centro y la actividad de presentación se inició con la lectura del Nunca más. Se proclamaron deseos de muchos otros “nunca más”, entre ellos Nunca más a la pobreza, a los niños en la calle y a la violencia  policial.

Acompañados por otros actores sociales, también han pintado las paredes del Instituto, expresando deseos, sentimientos y pensamientos, en un ensayo colectivo por tomar la palabra, crear imagen y romper los límites que imponen los muros.

– los olvidados del encierro –

“Pierdo la razón si hablo. Pierdo los años si callo”

A. Pizarnik

La CPM como Mecanismo Provincial Local de Prevención de la Tortura de la Provincia de Buenos Aires, a través de su programa de  Salud Mental interviene en hospitales neuropsiquiátricos y otros lugares de alojamiento de personas con padecimiento mental para el efectivo cumplimiento de las leyes en la materia, la sanción de los responsables que incumplen con los protocolos establecidos y la implementación de políticas públicas que mejoren las condiciones de internación.

Al mismo tiempo, junto con otras instituciones, la CPM forma parte del órgano de revisión local de implementación de la ley de salud  mental, desde donde se evalúan políticas de intervención que respalden y promuevan los derechos de personas con padecimiento  mental.

Las víctimas del sistema de encierro por Salud Mental, son quizás las más desprotegidas, las que menor reconocimiento tienen de sus  derechos, por haber sido por años, sometidas a un modelo médico que las consideraba inferiores en cuanto al uso de su razonamiento  y sus facultades de ejercer sus derechos civiles.

En Argentina tras la promulgación de la ley de Salud Mental Nº 26657, se intentó dar puntapié a un lejano reclamo de organizaciones  orientado a alcanzar la “desmanicomialización”, basado en el modelo del italiano Dr. Franco Basaglia. En la actualidad, este proceso no  está concluido, aún perduran lo horrores de los llamados “manicomios”. Espacios de expresión de una de las mayores crudezas que  posee el encierro, el encierro en el olvido.

Víctimas aniñadas ven pasar el rumbo de las horas, alineados en filas, retornando al mismo lugar. La tecnología farmacológica al  servicio del adormecimiento que empequeñece voluntades.

El exilio de la razón, la des cordura.

Manicomio público Domingo Cabred, Open Door, Luján, provincia de Buenos Aires. 2018.

Fotografía: archivo CPM (Federico Suárez)

Hospital Interzonal Psiquiátrico de Mujeres. Doctor José Esteves

Fotografía: Samnta Salvatori

Deambulando pasillos sin destino, ojos  inquisidores delatan la mayor miseria de quien encierra en nombre de la salud, la razón y la modernidad. La barbarie con espéculo. La  frialdad de habitar la vida en un hospital.

El dilema de reclamar el derecho al delirio para no perder la identidad de sujeto, humana. El  sufrimiento tambaleando en la línea de lo real. Ubicado en tiempo y espacio. ¿Qué espacio y qué tiempo fluye en el manicomio donde  las horas carecen de reloj?

 Fotografía: Eduardo Gil. El Borda.

El desgano aprisionado en el letargo de la tarde, encontrar espacios de sol para empacharse de luz, esa pequeña estela de luz que alimenta el calor y el ensueño.
El hambre, el mate pelado, expresiones mustias, la carencia de perspectivas y de un proyecto que los libere de esos espacios donde nada sucede.

Fotografía: Eduardo Gil. El Borda.

Hojas que acumulan la desidia, la proyección de la reja sobre la pared es un simbolismo que crece en cada espacio de la lógica manicomial. Rejas que proyectan el encierro atravesado por el frío metal.
La paradoja del color regalado por el otoño que desprende hojas, hojas secas que acercan a la mirada la tibieza de otras tonalidades más amables para contemplar.

 

Fotografía: Eduardo Gil. El Borda.

El frío insorportable es una sensación que supera al clima, está instalada en el mobiliario, en la rutina, cala hasta los huesos, hasta la partícula más insignificante de cada persona que habitó los neuropsiquiátricos.
Dormir, evadirse, dejar la vida entre las sábanas, entre mantas que no cobijan, la “catrera” que marca la pobreza y significa un lugar para el sueño eterno.

 

Fotografía: Eduardo Gil. El Borda.

Hospital Alejandro Korn. Melchor Romero

Fotografía: Ataulfo Pérez Aznar

– sitios de memoria –

“Lo siniestro es aquello que, debiendo permanecer oculto, se ha revelado”

 

F. Schelling

Desde la Comisión Provincial por la Memoria a través del programa de Investigación y Formación se busca producir conocimiento  significativo y original sobre el pasado reciente  de nuestro país y los derechos humanos en la agenda del presente. Los temas  abordados guardan relación con las líneas que se trabajan en los diferentes programas de la institución, a través de los cuales se  genera un permanente intercambio de contenidos e ideas.

Entre otros temas estudia los sitios y marcas de memoria en la provincia de Buenos Aires, cómo se inscriben en el territorio, su ubicación y su significado. En particular, profundiza en la reconstrucción de la historia del ex CCD conocido como Pozo de Quilmes, hoy  convertido en Sitio de memoria.

Varias de las investigaciones que se llevan a cabo desde el Programa se nutren del gran acervo documental que se encuentra en el   Fondo documental DIPPBA. De allí surgen trabajos relacionados con la época de la dictadura, como la persecución a la clase  trabajadora de la Fábrica Swift, o a los inmigrantes peruanos; y un listado comparativo de los desaparecidos del listado Conadep con el  Fichero personal del Archivo de la DIPPBA. Como también sobre los mecanismos de inteligencia que sirvieron para vigilar en los años  80 y 90 a la comunidad LGBTT, o a los organismos de derechos humanos, organizaciones y familiares relacionados con las víctimas del gatillo fácil y las personas enfermas de VIH.

“Lo bello es el comienzo de lo terrible que todavía podemos soportar”

 

R. MA. Rilke.

Una víctima retorna al sitio donde estuvo detenida desaparecida, el CCDD conocido como El Pozo en Rosario. Sus pasos transitan el lugar donde fue expuesto a las más dolorosas ignominias. El desamparo y el dolor eran sus alimentos. Un día retorna, el eterno retorno, pero no es lo mismo, es otro el que camina acompañado de su propia historia, historia de resistencia, de reponerse y renacer.

Fotografía: Eduardo Longoni. El Pozo. Rosario 2003

Hugo Papalardo, ex detenido-desaparecido, recorre las instalaciones de lo que fue el centro clandestino de detención El Pozo de Rosario, donde estuvo alojado en condiciones infrahumanas entre los años 1977 y 1979

Descender al infierno descendido, el lugar invisible, la no visibilidad. Volver al lugar del quiebre, donde la protección fue disuelta y el  lazo social fragmentado.

Tras el espanto, resistir un cuerpo sometido a la memoria del horror.

 

Este siniestro lugar dependía del II Cuerpo del Ejército y de la Policía de Santa Fe.

Fotografía: Eduardo Longoni. El Pozo. Rosario 2003.

Inscripciones del terror. Un símbolo del nazismo, en las paredes. Y en el piso de lo que fue el pabellón femenino del centro clandestino  de detención El Pozo de Rosario, un intento desesperado de perpetuar la memoria del apellido de una detenida-desaparecida. Entonces, habitarlo, caminarlo, darle un nuevo sentido, quitarle dolor, des-dolerlo. Y así, atravesar la oscuridad e inscribirse en la  presencia como una prueba sellada en el cemento.

Fotografía: Eduardo Longoni. El Pozo. Rosario 2003

 

Sitio de memoria, defensa y promoción de los derechos humanos. Ex centro clandestino de detención Pozo de Quilmes

Fotografía: Pablo Tesoriere

Sitio de memoria, defensa y promoción de los derechos humanos. Ex centro clandestino de detención Pozo de Quilmes

Fotografía: Samanta Salvatoria

 

Sitio de memoria, defensa y promoción de los derechos humanos. Ex centro clandestino de detención Pozo de Quilmes

Fotografía: Pablo Tesoriere

Sitio de memoria, defensa y promoción de los derechos humanos. Ex centro clandestino de detención Pozo de Quilmes

Fotografía: Samanta Salvatori

Espacio para la memoria, defensa y promoción de los derechos humanos. Ex Comisaria 1° de Pergamino

Fotografía: Julia Araneta

Espacio para la memoria, defensa y promoción de los derechos humanos. Ex Comisaria 1° de Pergamino

Fotografía: Julia Araneta

 

Espacio para la memoria, defensa y promoción de los derechos humanos. Ex Comisaria 1° de Pergamino

Fotografía: Samanta Salvatori

Espacio para la memoria, defensa y promoción de los derechos humanos. Ex Comisaria 1° de Pergamino

Fotografía: Samanta Salvatori