– Fotografías –

Violencias

Eduardo Longoni

LAS CÍNICAS VIOLENCIAS DE LA DICTADURA MILITAR –

VIOLENCIAS es una muestra donde Eduardo Longoni expone las huellas del terror y el despojo material instaurados en la historia argentina a partir del golpe militar de 1976, encabezado por Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti. Una política de tortura y represión para acallar las resistencias a un plan económico al mando de Martínez de Hoz, de concentración de riquezas en los sectores más poderosos nacionales y multinacionales, endeudamiento público, hambre y desocupación para las mayorías populares.
Las consecuencias del Genocidio implicaron la muerte y desaparición de 30.000 personas, el desamparo económico y la desaparición social. Una pobreza estructural que llegó para quedarse.

 

Militares argentinos durante la dictadura, 1981
Fotografía blanco y negro de 50 x 80 cm

Violencia social de una sociedad oprimida. La mirada de los militares. En conjunto son miles y son uno, no se diferencian, forman un “cuerpo” omnipotente, con todo el poder, las tres fuerzas: el aire, la tierra y el mar. La mirada que todo lo controla, el poder absoluto
tomado por la fuerza, las fuerzas. La intimidación que no requiere coacción física. El control ejercido desde la amenaza por lo que puede suceder, precede al silencio.

Los dictadores Jorge Rafael Videla y Leopoldo Fortunato Galtieri presidieron el gobierno de facto. Galtieri estará a cargo de la decisión y el comando de la Guerra de Malvinas. Una acción desesperada que buscó encender el fervor popular a través del patriotismo, motivado por el descrédito social que se acrecentaba, tanto como la pobreza y la falta de trabajo. Frente a un contexto desfavorable y realizando una lectura errada sobre las alianzas internacionales, lanzaron la ofensiva militar. Fuerzas militares preparadas para los tormentos infligidos a los “enemigos internos” -creados por las doctrinas de seguridad bajo el manto de la Guerra fría no supieron realizar otra acción que torturar a las propias tropas. Hambre, frío y estacamientos a bajas temperaturas son algunos de los tortuosos recuerdos que portan quienes tuvieron que ser parte de esta gesta.

Generales de la dictadura, Galtieri y Videla, 1981
Fotografía blanco y negro de 30 x 40 cm

Una lápida de Malvinas, 2007.
Fotografía blanco y negro de 50 x 70 cm

La guerra de Malvinas provocó 694 muertos durante el conflicto, jóvenes en su mayoría del llamado «interior del país», acostumbrados a otro medioambiente, sin preparación de parte de un Ejército sin norte. Las consecuencias de las aberraciones y corrupciones padecidas perduran en quienes regresaron a una sociedad derrotada que los ignoró. Sin apoyo estatal y con las secuelas de lo vivido, muchos murieron de olvido, se suicidaron. La cifra exacta no se conoce pero sus compañeros consideran que el número es mayor que los muertos en la guerra.

En la simbología y la memoria argentina el nombre de Martínez de Hoz está ligado a la infamia y el horror. El ministro de la dictadura  provenía de una familia ganadera y de terratenientes, un economista ligado a los organismos financieros internacionales, artífice de una política económica violenta que expuso a gran parte de la población al desamparo.

Su modelo económico desvalorizó la producción interna y la industria nacional, apostó a la apertura de los capitales financieros externos para invertir en actividades agropecuarias y extractivistas. Subsumió al país a la mayor dependencia de los países poderosos.

La mirada que destella el dolor, dolor de estómago vacío. El plan económico fue de pobreza, muy pobre. Los grandes medios de  comunicación, aliados a los generales, son reticentes a mostrar lo que no se quiere ver. Una mirada crítica echa luz sobre lo callado,
las ollas populares son el parche para paliar la falta de alimentos de quienes quedaron excluidos y sin trabajo.

Refugiados con hambre, 1981
Fotografía blanco y negro de 50 x 70 cm

Fue una sorpresa encontrarme con que a diez cuadras de la Casa de Gobierno había ollas populares. Las iglesias que no pertenecían a la jerarquía eclesiástica le empiezan a dar de comer a la gente que estaba muriendose de hambre.

Eduardo Longoni

Ollas populares, 1982.
Fotografía de 40 x 50 cm

Las nefastas consecuencias del plan económico y la derrota de la guerra de Malvinas, aceleró la fragmentación del régimen y la división entre sus filas y abrió la puerta a una oposición masiva que se expresó de manera pacífica y organizada en las calles. Las voces que perdían el miedo, fueron un campo de fuerza que crecía vertiginosamente y exigían el retorno de la democracia.

Reclamos de las Madres de Plaza de Mayo. (1981)
Fotografía de 40 x 50 cm

Marcha de organizaciones de Derechos Humanos, 1981
Fotografía de 30 x 40 cm

En esta transición, los militares presionaban a los posibles candidatos a liderar la transición, buscaban protegerse con la amnistía que borrara los horrores cometidos. Este acuerdo no llegó a concretarse, la urgencia de la apertura democrática dejó a medias esta instancia de negociación. Por ello, subsistirán presiones y luchas en el campo jurídico para acceder a la justicia y la verdad. Lucha incansable liderada por los pañuelos blancos, las Madres de Plaza de Mayo fueron la fuerza motriz que derribó al monstruo. Se recopilan los datos e información sistematizada, se conforma la CONADEP para estudiar los crímenes y así nace el NUNCA MÁS.

Adolfo Pérez Esquivel, el actual Presidente de la Comisión Provincial por la Memoria, fue y sigue siendo un gran luchador, recibió en 1980 el Premio Nobel de la Paz por su compromiso y trabajo a favor de la justicia y la paz. Jugó un rol indispensable en la denuncia de los crímenes cometidos durante la dictadura.

Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, 1980
Fotografía blanco y negro 50 x 70 cm

– VIOLENCIAS QUE RESISTEN LA DEFENSA DE LA DEMOCRACIA Y LA JUSTICIA –

Intento golpista de los carapintadas 1987
Fotografía blanco y negro 50 x 70 cm

Los resquicios de esas violencias perduraron en el trascurrir del tiempo. La transición de un régimen dictatorial al sistema democrático estuvo embebida de situaciones tensas y de conflictos que durarán hasta principios de la década de los 90. Los sectores no jerárquicos de las fuerzas armadas intentaron por medio de cuatro alzadas evitar los juicios-bajo la premisa de haber actuado bajo órdenes en los crímenes ocurridos durante el proceso militar rebelándose también contra las jerarquías que no le garantizaban impunidad.

El 16 de abril de 1987, sorprendió a la población Argentina que creía enterrada toda posibilidad del resurgir de la violencia. Ese jueves Santo, al mando del teniente coronel Aldo Rico (jefe de la Compañía de Comando 602 en Malvinas) un grupo cercano al medio centenar de oficiales de grado equivalente o inferior, se sublevó contra sus mandos, encabezando la toma de la Escuela de Infantería sita en Campo de Mayo.

Jóvenes baleados por carapintadas, 1988
Fotografía blanco y negro 50 x 70 cm

A pesar de ser derrotados, lograron su objetivo de obtener impunidad por las atrocidades cometidas durante la dictadura. Estos alzamientos dieron lugar a las llamadas leyes de impunidad, durante el gobierno de Raúl Alfonsín se establecieron las leyes de Punto final (1986) y Obediencia Debida (1987) entendiendo que los delitos cometidos por los miembros de las Fuerzas Armadas cuyo grado estuviera por debajo de coronel respondían a la cadena de mando. Estas leyes estaban en la agenda del presidente, los alzamientos fueron una situación de mayor presión para apelar a esta legislación.

El hecho histórico conocido como «La Tablada» fue el intento de toma del regimiento de infantería por parte de un grupo de militantes pertenecientes al Movimiento Todos por La Patria, durante los días 23 y 24 de enero de 1989. Este intento quedó en medio de los cuatro levantamientos militares de los denominados carapintadas. Episodios que fueron imbricados dado que los guerrilleros aducían querer evitar un posible golpe de Estado..

Fusilamiento en La Tablada, 1989
Fotografía blanco y negro 50 x 70 cm

Esta foto captura el instante en que José Díaz se entrega y queda a disposición del poder militar. «Es una escena escalofriante de La Tablada» como la define el mismo Eduardo Longoni. El autor desde una terraza logró fotografiar con vida a dos combatientes Iván Ruiz y José Alejandro Díaz, quienes serían los primeros desaparecidos en democracia. La importancia de militar con la cámara, permitió que la Suprema Corte de Justicia en el año 2015 reabriera la causa – sin prescribir el delito de Lesa Humanidad- y obtuviera las imágenes del fotógrafo como prueba pericial.

Durante el gobierno de Menem suceden dos hechos más de intento de golpe de Estado por parte de estos grupos de militares. También esta situación dio pie a prolongar la impunidad, el presidente decide indultar (1989 y 1990) en base a 10 decretos a civiles y militares criminales de la dictadura, entre ellos al ex ministro de Economía José A Martínez de Hoz.

Cuarto intento de golpe de Estado, 1990
Fotografía blanco y negro 30 x 40 cm

Contra la Ley de Punto Final, 1987
Fotografía 50 x 70cm

El pueblo argentino tenía la plena seguridad que no quería volver al pasado, y el futuro reclamaba justicia. Los defensores de los DDHH encabezados por las madres no iban a delegar su lucha. En la semana Santa del primer alzamiento carapintada, el pueblo llenó la plaza para defender la democracia. Se realizaron Marchas contra las leyes de impunidad, no importaba la represión, la justicia era el único norte. El Nunca Más no era mera retórica.

La crisis económica, la inflación, el desempleo y el crecimiento de la deuda externa también contribuyeron a que la dictadura buscara una salida política y reconociera la necesidad de una transición a la democracia. En todo momento los militares presionaron antes de entregar el poder a los civiles para validar una amnistía en el terreno de las violaciones a los derechos humanos, y una vez fuera del gobierno continuaron influyendo para boicotear el avances de las reformas en los distintos regímenes democráticos. Pese a lo anterior, el gobierno de Raúl Alfonsín instaló la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, la CONADEP, la cual documentó la existencia de numerosos centros de detención, cautiverio y exterminio, con un saldo de 9.800 desaparecidos, lo que implicó una primera investigación global sobre el tema a cargo del Estado, que se publicó en el informe del Nunca Más, con el registro fotográfico de Enrique Shore, todo un hito en la historia de este tipo de trabajos, que tuvo secuelas importantes en los informes posteriores de otros países como Brasil, Chile, Uruguay y Guatemala.

Marcha obrera y represión policial, 1988
Fotografía 40 x 50 cm.

– VIOLENCIA, LA MANO DEL NEOLIBERALISMO –

Las violencias acaecidas en el plano económico por las políticas concentradoras de la dictadura no lograron ser reparadas a lo largo de la historia. Durante el gobierno de Alfonsín, la forma en que resolvió el conflicto con los militares y las leyes de impunidad, sumado a la hiperinflación, llevó a que perdiera gran parte del respaldo que tenía. Frente a la pérdida de legitimidad social se acordó con el próximo gobierno adelantar el traspaso de poder. Los años 90 fueron la apertura descarnada al neoliberalismo, las resistencias sociales no tuvieron suficiente fuerza ni incidencia en un contexto de apertura mundial, imposición de la hegemonía de EEUU como única propuesta ideológica y el enunciado del fin de las ideologías. La lógica empresarial predominó en la gestión gubernamental. Las prestaciones brindadas por el Estado pasaron a ser consideradas servicios que había que privatizar.

El gobierno de Carlos Saúl Menem estuvo signado por los muchos hechos oscuros que no terminaron de resolverse, casos criminales sin respuesta certera hasta la actualidad. Los reclamos por corrupción, negocios mafiosos y entramados entre empresarios y gobernantes atravesaron todo el período y terminaron por minar el apoyo al presidente. Los medios de comunicación adeptos al gobierno mantenían un discurso que avalaba las políticas desarrolladas. En este contexto, muchos periodistas o medios que tenían voces disidentes fueron centrales para oponer una mirada, para mostrar el trasfondo del hambre y la desocupación que fueron el producto más caro que tuvo que pagar la sociedad. La persecución y el intento de acallar voces fue constante, sin embargo no cesaron en su lucha.

El 17 de marzo de 1992 se produjo un atentado inesperado contra la Embajada de Israel, se destruyó totalmente el edificio de la embajada y el consulado, murieron 22 personas y 242 quedaron heridas. Esta tragedia que asoló al país, no fue resuelta hasta la actualidad, se llevaron a distintas instancias judiciales, incluida la Suprema Corte de Justicia. Los familiares siguen reclamando que se condene a los culpables.

Bomba en la Embajada de Israel, 1992
Fotografía 40 x 50 cm.

Dos años más tarde vuelve a enlutar el pueblo, otro acontecimiento de similares características, pero esta vez la mutual AMIA sufre un fatídico atentado el 18 de julio de 1994, matando a 85 personas. Disputas políticas permanecen en el ocultamiento de los responsables de estos hechos, se empiezan a escuchar voces que denuncian la pista iraní o la pista siria, enfrentamientos políticos y una cortina de negociados y entramados de venta de armas (en el año 1995 explotó la fabrica militar de Río Tercero). La corrupción en el ojo de la tormenta, civiles inocentes que padecieron el horror y la desprotección. Los familiares nuevamente, suman frente a la atrocidad padecida el reclamo por Justicia.

Atentado terrorista a la AMIA, 1994
Fotografía 40 x 50 cm.

La madrugada del 25 de enero de 1997, suma otro hecho oscuro en la historia argentina, el reportero gráfico de la editorial Perfil, José Luis Cabezas, aparece asesinado en Pinamar donde estaba cubriendo la temporada. El cadáver apareció esposado, con golpes y dos disparos en la cabeza, su auto incinerado. Fue considerado un crimen mafioso. Un asesinato con violencia y saña que recordaba los procedimientos de la dictadura.

La causa de que hubiese sido asesinado fue por fotografiar a Alfredo Yabrán, un empresario ligado al poder y a hechos de corrupción que no quería que se difundiera su imagen. Este brutal crimen, generó una indignación social y movilización por el esclarecimiento de los culpables. El cansancio de un pueblo que buscaba poner fin a la impunidad, parecía no tener límites. Este hecho tuvo gran difusión nacional y trascendencia internacional. La Asociación de Reporteros Gráficos de la Argentina (ARGRA), reclamó para que se diera justicia por este hecho, incentivaron la movilización social y se sumaron como querellantes en la causa.

Aniversario del crimen mafioso del fotógrafo José Luis Cabezas, 1998
Fotografía de 40 x 50 cm

Pasado un año del crimen, realizaron un acto que sumo a más de 15.000 personas. Este instante es el que trae para la posteridad Eduardo Longoni, en la simbología de los globos y la foto de su compañero, para decir que no hay olvido posible

– DESPUÉS DE LAS VIOLENCIAS –

En el devenir de la vida política y social del país, el rol que jugaron determinados actores sociales fue preponderante para poner coto a la violencia instaurada como forma de resolver la conflictividad. El asesinato y desaparición de luchadores, trabajadores, militantes y estudiantes, fue el cenit que marcó un punto inflexible de aceptación de la violencia, difícil de reparar. Las heridas y las huellas permanecen y permanecerán, son cicatrices de la memoria. Mantenerla es un deber y un derecho para impedir el retorno a lo pasado, para recordar a quienes no están.

La resistencia se materializa en las madres, las abuelas, los familiares, los militantes, los que a diario ponen el cuerpo en el territorio donde se disputa poder. Se juntan, se organizan, se solidarizan, protestan. Abren brechas. Los organismos de derechos humanos hicieron oposición a la dictadura, trascendieron en el tiempo y las fronteras, para hacer Justicia.

Josefina García de Noia, una de las Madres fundadoras que junto a catorce mujeres, otras madres compañeras marcharon el 30 de abril de 1977 en la Plaza de Mayo reclamando que aparezcan sus familiares. Sin consciencia de la impronta que ese hecho iba a conformar en la historia de la reparación y la justicia.

Pepa Noia, una de las primeras Madres, 2002
Fotografía de 40 x 50 cm

Homenaje a los desaparecidos arrojados vivos al Río de La Plata, 1995
Fotografía blanco y negro 30 x 40 cm

No olvidar, la búsqueda por restituir los restos, por conocer los destinos trágicos de los hijos que no están. El homenaje constante en ejercicio de la memoria, para decirle a los 30000 compañeros que no los olvidan.

Inscribir en la pared la existencia. Construir identidad en el lugar inhabitable del Centro Clandestino de Detención. Trazar un nombre para seguir siendo, para dejar huellas, para decir a la posteridad acá estuve, acá me torturaron, pero no lograron anularme.

Inscripción en el centro clandestino El Pozo de Rosario, 2003
Fotografía 50 x 70cm

Un sobreviviente del centro clandestino El Pozo de Rosario, 2003
Fotografía blanco y negro 50 x 80 cm

Transitar nuevamente el espacio de la tortura y la detención. Recorrer con el cuerpo el paso oscuro del terrorismo. Resignificar los espacios de dolor para sentir la fuerza de seguir vivo, de habitar desde otro lugar donde el poder de los victimarios ya no tiene alcance sobre el cuerpo.

Muchos murieron, muchos otros soldados sobrevivieron. Aunados en los recuerdos, se congregan en la identidad de lo vivido, en significarse luchadores, de la guerra y luchadores por la memoria.

Ex combatientes de Malvinas, 1984
Fotografía de 30 x 40 cm

El abrazo fraternal que da calor, que acompaña el sufrimiento, que hoy enlaza la vida, al encontrarse nuevamente en otro espacio.

Abrazo del reencuentro después de la guerra, 1986
Fotografía de 30 x 40 cm

Despojos materiales que manifiestan la escasez y las condiciones en que los soldados subsistieron en la guerra. Restos que marcan la historia para no olvidar. El devenir del tiempo, las inscripciones, las resistencias desde lo visual se plasman en el ojo de una cámara que retrata el instante preciso donde se construye historia, donde el fotógrafo es a la vez un testigo y un constructor de la Memoria.

Restos de una guerra, 2007
Fotografía de 30 x 40 cm

– VIOLENCIA. ESTALLIDO SOCIAL Y REPRESIÓN –

El legado económico de la dictadura militar persistió en la posdictadura y no fue posible revertirlo. La política económica, los negociados políticos y el desguasamiento del Estado, fue generando en la década de 1990 formas de resistencia territoriales. Nuevamente el descreimiento de una sociedad que ve derrumbarse sus sueños. Los lazos sociales maltrechos y el aumento de la desigualdad fueron las marcas que dejaron los sucesivos gobiernos. Luego de dos mandatos, Menem pierde las elecciones. A diferencia de lo ocurrido en el transcurso histórico de la Argentina, donde el centro de las luchas se encontraba en la capital del país, los sectores populares de las provincias comenzaron a realizar manifestaciones, puebladas, cortes de rutas que se fueron expandiendo por todo el territorio y se conocerían con el nombre de “piqueteros”.

Asume una Alianza de partidos con Fernando de la Rúa a la cabeza, en poco tiempo el gobierno pierde credibilidad, la crisis económica y social se exacerba, el pueblo ya no brinda una carta abierta. El hambre urge, y los sectores medios también empiezan a manifestarse. El descreimiento hacia las instituciones se profundiza y la necesidad de revelarse frente al 52,8% de pobreza y un 21,5% de desocupación hace estallar la revuelta popular. Los reclamos eran cada vez más intensos y frecuentes, el Presidente el 19 de diciembre decide declarar Estado de Sitio en el territorio nacional. Una medida errónea de sectores que no alcanzaban a visualizar la magnitud del descontento de un pueblo. Sin planificación mediante, la población comienza a reunirse y manifestarse en las plazas centrales, en Buenos Aires fue la histórica Plaza de Mayo. Allí las columnas de personas caceroleando y los grupos provenientes de sectores aledaños a la capital aumenta vertiginosamente. Trabajadores y desocupados, el pueblo se une en una sola lucha para pedir la destitución del gobierno y un cambio radical. Estos hechos fueron conocidos como el Cacerolazo y tuvieron nuevamente actos de intensa represión sobre los manifestantes, que los fotógrafos captaron para la posteridad.

Un día de furia, 2001
Fotografía de 50 x 70 cm

En el contexto de esta represión, 5 personas fueron asesinadas, 227 heridos, balas a mansalva, golpes que no respetaban investiduras. La mano represiva sobre la población hambreada y cansada, pero con fuerza para reclamar la restitución de sus derechos.

Gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes. Arde represión que enciende. El dolor de una Madre, un símbolo y una Plaza emblema de continuidades y disrupciones.

Homenaje a los desaparecidos arrojados vivos al Río de La Plata, 1995
Fotografía blanco y negro 30 x 40 cm

Un día de furia, 2001
Fotografía de 50 x 70 cm

Frente a la persistencia de la demanda del pueblo, aún con la represión, asentados en la Plaza, el presidente debe dimitir su mandato, renuncia a la presidencia y se va de la Casa de Gobierno en un helicóptero para escapar a la furia que había generado.