Género, derechos humanos y diversidades

trabajando «género, derechos humanos y diversidades»

Este material pretende acercar algunos conceptos y recursos teórico-prácticos para trabajar la temática de género en el marco del Programa Jóvenes y Memoria. Presentaremos primero un abordaje general con definiciones que creemos servirán a todos los equipos para luego describir herramientas pensadas para diferentes perspectivas desde las que mirar la cuestión y para problemáticas más específicas. En todos los casos encontrarán complemento con material teórico sugerido y actividades y dinámicas para trabajar en los grupos.

Concebimos al “género” como un concepto dinámico de construcción sociocultural. Este término, de múltiples y diversos significados, nos sirve para contemplar numerosas desigualdades que las personas sufren por una asignación genérica que históricamente fue considerada como “natural”.

Socialmente se ha establecido una binorma que vuelve imperante definir a las personas dentro de alguno de los dos casilleros posibles: varón o mujer, y desde ahí estructurar toda una serie de comportamientos y actitudes esperados con los que se deberá cumplir necesariamente para no pasar a formar parte de alguna “divergencia”.

Encontramos que ser “mujer” trae consigo un deber ser vinculado al ámbito doméstico, al cuidado de las personas cercanas, a lo irracional, emocional, natural, privado, a lo reproductivo. Ser “varón” implica un deber ser social, racional, físico, cultural, público, ligado directamente a lo productivo. Así, ellas se ocupan de la casa y los cuidados personales mientras ellos salen a trabajar y establecen relaciones sociales. Esto responde a los intereses de lo que llamamos «héteropatriarcado», que no sólo propone esta diferencia binaria como natural sino que establece al espacio público como valorado en contraposición al espacio privado que se considera devaluado [1].

Esta estructura estanca no permite que los cuerpos y deseos difieran de lo previamente establecido para ser respetados como “sujetos de derechos”. La diferencia entre los derechos de varones y mujeres ha sido motivo de lucha de los feminismos denominados “sufragistas” que buscaban que las mujeres pudieran votar. Hoy en día el objetivo es mucho más abarcativo y simple a la vez: hablamos de que cualquier persona debiera vivir en igualdad de derechos con las otras; y así incluimos todo un abanico de cuerpos y deseos no heteronormados cuya autonomía es continuamente vulnerada por las violencias machistas.

Todo lo dicho previamente plantea que cada vez que nos encontramos frente a una problemática de género, ésta tiene una raíz ESTRUCTURAL conectada a un sistema patriarcal que da forma a las relaciones sociales en todos sus niveles (económico, cultural, político, etc.) y necesariamente las convierte en relaciones de poder. De por sí, estas relaciones de poder van mutando en la historia: no son ajenas ni al tiempo ni al espacio (geográfico, político, cultural, etc).

Para trabajar en el marco del Programa Jóvenes y Memoria desde estos supuestos les proponemos algunas definiciones y pensar al “género” como una categoría de análisis social que tiene que cruzarse con otras: clase, etnia, religión, geografía, momento histórico, etc. Sugerimos que se pregunten en todos los casos cómo participan, por acción u omisión, los siguientes actores sociales (y todos los que se les ocurran):

Estado: sistema de salud, sistema educativo, fuerzas de seguridad, Poder Judicial, Poder Legislativo

Medios de comunicación

Instituciones y producciones culturales

Grupos económicos

Organizaciones políticas y sociales

Instituciones religiosas

COMO EJEMPLO: Si en Córdoba analizáramos los procesos de lucha y su vinculación con el género, podríamos tomar el caso de las Madres del Barrio Ituzaingó, organización social que pelea por la salud de lxs vecinxs del barrio, en clara oposición a los intereses de la empresa multinacional Monsanto. En este caso, si dejáramos afuera al grupo económico perderíamos un actor importantísimo en las causas de la problemática a investigar.

ACLARACIÓN IMPORTANTE

Como proyecto de investigación para trabajar en el Programa no se aceptarán “campañas de concientización”. Esto no está vinculado en exclusiva a las problemáticas de género, pero encontramos que al abordar muchas de ellas se piensa únicamente en producir algún cambio en la sociedad, práctica que creemos no sólo legítima sino necesaria pero no es el objetivo de una investigación. Proponerles investigar sobre un tema implica que se hagan preguntas sin dar de antemano las respuestas, que puedan indagar en fuentes de todo tipo, buscar experiencias de acercamiento a la temática, debatir en colectivo.

GLOSARIO

Género

Abarca al conjunto de características, roles, oportunidades y expectativas que un  conjunto social asigna a las personas, basándose en sus características biológicas (sexo). Se trata de construcciones histórico-culturales configuradas en las interacciones sociales, que varían de un grupo a otro y de una época a otra. Desde esta perspectiva, el género se vincula con el sexo de forma simbólica y no a partir de un mandato de la naturaleza. Un aspecto importante a considerar es que el género es posicional y relacional: es el lugar desde el cual cada persona se ubica en determinadas circunstancias para vivir y manejarse en el mundo.

“La perspectiva de género”, Equipo de capacitación de la Dirección Nacional de Formación, Subsecretaría de Promoción de Derechos Humanos de la Nación.

Derechos humanos son aquellos derechos –civiles y políticos, económicos, sociales y culturales-inherentes a la persona humana, así como aquellas condiciones y situaciones indispensables, exigibles al Estado a favor de todxs sus habitantes sin ningún tipo de discriminación,  necesarios para gozar de una vida digna acorde al proyecto de vida que cada quien adopte conforme a sus cualidades y condiciones.

Son valores fundamentales vinculados con la dignidad, la libertad y la igualdad y equidad de las personas exigibles en todo momento y lugar. Son anteriores y superiores al Estado, el cual no los otorga, sino que los reconoce y, por lo tanto, es el principal obligado a respetarlos y garantizarlos para que todxs tengan acceso y posibilidades reales para lograr esos objetivos.

Categorías genéricas

Identidad de género: La identidad de género es una construcción personal a partir de la cual alguien puede definirse como mujer, varón, trans, ninguna de estas opciones u otra/s diferente/s (lo que incluye infinidad de posibilidades). Esta construcción responde como se siente, reconoce y autopercibe una persona.

Expresión de género: Como el término explica, es cómo cada persona decide expresarse, cómo elige mostrarse. Podemos sentir que esta expresión se corresponde

  1. con los roles de género establecidos,
  2. con nuestra identidad de género autopercibida,
  3. con ambas o
  4. no corresponderse con ninguna de estas dos categorías.

Sexo biológico: Serie de características físicas y fisiológicas. Este aspecto es el más “binormado” socialmente, al punto de legitimar las intervenciones quirúrgicas en niñxs recién nacidxs que no responden en la composición de sus órganos, hormonas o cromosomas con lo establecido por la ciencia como normal: varón O mujer. Esta caracterización que históricamente llamamos “natural” se estableció como base fundante para las desigualdades con las que viven las personas por su condición de género/sexual[2].

Orientación sexual: Está definida por las características de la/s persona/s hacia quien/es alguien se siente atraídx. Implica un “agrupar” la/s persona/s con quienes se comparten relaciones sexo-afectivas (sexuales y/o afectivas). Estas personas, a su vez, pueden autopercibirse de forma diferente a como lo hacen otrxs.

Todas estas categorías son CONSTRUCCIONES DINÁMICAS, variables en el tiempo. Cada persona tiene derecho a autodefinirse y debe ser respetada en su integridad.

Patriarcado

Históricamente el término ha sido utilizado para designar un tipo de organización social en el que la autoridad la ejerce el varón, jefe de familia, dueño del patrimonio, del que formaban parte lxs hijxs, la esposa, lxs esclavxs y los bienes. La familia es una de las instituciones básicas de este orden social.

Gerda Lerner (1986) lo ha definido en sentido amplio, como “la manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y niños/as de la familia y la ampliación de ese dominio sobre las mujeres en la sociedad en general”.

María Milagros Rivera Garretas, señala como estructuras fundamentales del patriarcado las relaciones sociales de parentesco y dos instituciones muy importantes para la vida de las personas, la heterosexualidad obligatoria y el contrato sexual[3]. Esto es lo que nos permite hablar de heteropatriarcado.s mujeres

Entendemos como cosas distintas las “violencias hacia las mujeres” y la “violencia de género”. Incluiríamos en violencia de género todas las violencias ejercidas contra una persona o colectivo de personas por cuestiones de sexo, sexualidad y/o género. Esto abarca desde violencias institucionales (como la inaccesibilidad a los derechos sexuales y reproductivos o la persecución por parte de la policía a travestis y trans), hasta la discriminación de una persona en cualquier ámbito por su orientación sexual. Cómo verán, es un concepto muy amplio y no nos es útil para enmarcar correctamente una investigación, a menos que, trabajando dentro de “violencia de género” acotemos el marco teórico que tendremos como referencia.

Por otro lado elegimos hablar de violencias hacia las mujeres para referirnos a las violencias que sufren mujeres por el simple hecho de ser mujer. Pensamos aquí tanto en la violencia física dentro de la pareja como en la negación a un puesto laboral por la posible futura “maternidad” de la persona, entre un sinfín de ejemplos. Todos estos serían también “violencia de género”.

¿Por qué referirnos a las violencias hacia las mujeres en vez de a la violencia de género?

Vemos que en muchos casos caemos en el error de denominar un hecho de violencia ejercida por una mujer sobre un varón como “violencia de género”. Por más que este caso esté situado en un contexto relacional (la pareja, por ejemplo) que es espacio característico de la violencia de género, las relaciones de poder entre agresora y agredido siguen siendo desiguales. Si tomamos en cuenta los roles que cada unx ocupa en la sociedad, es el varón el que tiene más poder, más apoyo de parte de las estructuras de la sociedad. Este poder no desaparece en el ámbito privado. Esto no significa que no necesite ayuda o que esté bien, pero pone la temática fuera del eje de la violencia hacia las mujeres.

Es como si le llamáramos violencia institucional a los casos en que una persona agrede a alguien que es parte de las fuerzas de seguridad. El suceso sigue siendo violento y sigue teniendo responsables, pero hay una gran diferencia entre los dos actores ya que el poder, institucionalmente, le es conferido a las fuerzas de seguridad.

Todo esto vuelve a situarnos en una problemática estructural (¿quiénes tienen legítimo poder – es decir, a quiénes la sociedad legitima como violentos – de ejercer violencia? ¿Por qué?). Situarnos en lo estructural nos ayuda a desligarnos del relato específico de un caso particular, que muchas veces es difícil tratar sin recaer en el morbo o el melodrama.

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[1] “La ‘sociedad civil’ se distingue de otras formas de orden social por la separación de la esfera privada de la pública, la sociedad civil se divide en dos reinos opuestos, cada uno con un modo de asociación distintivo y contrastante. Así, se canaliza la atención en una de las esferas, que es considerada como el único reino de interés político”. Pateman, Carol (1995) El contrato sexual ANTHROPOS. UAM, México

[2] “Las personas trans nos hicieron replantearnos el sistema sexo/género. Un esquema teórico que tuvo una gran aceptación dentro del feminismo y que había servido de punto de partida para la elaboración de prácticamente todas las teorías feministas existentes en esos momentos en nuestro país. Unas teorizaciones que adolecían de estar profundamente impregnadas de la dicotomía naturaleza/cultura imperante en los discursos dominantes: así, el sexo sería lo biológico, natural e incuestionable, mientras que el género sería lo construido culturalmente. Obviamente este esquema tenía que ser revisado al calor de la realidad trans, obligándonos a preguntarnos qué es eso de ser mujer u hombre y a revisar el porqué de esa dicotomía que, en parte, nunca habíamos cuestionado” Garaizaval, Cristina “Feminismos, sexualidades, trabajo sexual” en Transfeminismos 2014 Editorial Txalaparta.

Recomendamos el artículo de Hacia una pedagogía feminista. Géneros y educación popular “Las innombradas: Mujeres intersex” y ver películas como XXY  o El último verano de La Boyita para pensar la construcción social del “sexo”.

[3] Para revisar estos conceptos les invitamos a recorrer los siguientes enlaces

-Material de la oficina de la mujer del Poder Judicial de la Provincia de Córdoba

-“Judith Butler para principiantes” del suplemento SOY de la revista Página 12

-Artículo en Wikipedia

ACERCAMIENTOS

Acercamiento cultural

El género está presente en cómo pensamos, en cómo vivimos y en cómo hablamos. Nos define(n) desde incluso antes de nuestro nacimiento e influencia cómo las personas se relacionan hasta en los momentos más privados.

Esta es, justamente, una de las complejidades más difícil de sortear a la hora de trabajar temáticas de género. Nuestro nombre, la palabra que nos identifica, está marcada por el género. Los juegos de la niñez, la ropa con la cual nos expresamos, cómo nos cortamos el pelo y cómo nos enamoramos, todo está marcado por el género.

Hay un íntimo cruce del género con nuestras subjetividades, nuestra socialización y nuestras construcciones culturales. Es decir, el marco social en el cual se encuadra esta temática también incluye nuestros momentos más íntimos e involucra a nuestras identidades y a nuestras prácticas.

Por eso, un acercamiento teórico posible es enfocarse en las construcciones socioculturales sobre los géneros, la diversidad sexual, etc. Recomendamos, mínimamente, debatir esto con el grupo de investigación, ya que ayuda a comprender lo estructural de las problemáticas de género y atraviesa todas las otras temáticas que pueden tratarse dentro del eje.

Estas construcciones están presentes tanto en lo que se dice, lo que se piensa y lo que se cuenta sobre las personas como en lo que las personas dicen, piensan y cuentan. Son discursos, ideas o narrativas que nos inculcan ciertos comportamientos, expectativas, nociones, etc.

Tomando un ámbito como la familia, por ejemplo, podemos ver cómo desde la infancia ciertos roles se reparten de acuerdo al género. Una hija, generalmente, cargará con una parte mayor de las tareas del hogar que un hijo. Incluso cuando un varón participa del cuidado doméstico, suele verse como “una ayuda” o un favor a las mujeres de la familia.

Una manera de visibilizar estas concepciones es analizar las producciones culturales de una sociedad. Por ejemplo, ¿en qué roles aparecen las mujeres o los hombres en las películas, en la televisión?¿Cuáles son las historias que contamos sobre las mujeres?¿Qué dicen las canciones sobre los hombres? La industria cultural y los medios de comunicación continuamente ponen en escena los relatos y los discursos sobre el género, tanto los hegemónicos como los que contra-hegemónicos.

Podemos también pensar los relatos históricos en relación a esto. ¿Por qué los próceres son hombres?¿Es simplemente porque vivían en una sociedad todavía más machista?¿Por qué lo que consideramos importante históricamente – la vida pública, la guerra – es, justamente, lo que está marcado como “masculino”?

También es posible analizar las costumbres o incluso las prácticas burocráticas. ¿Por qué, todavía hoy, las listas de los colegios muchas veces se dividen en varones y mujeres?¿Por qué, durante tanto tiempo, hubo mesas masculinas o femeninas en las votaciones?¿Por qué en nuestro DNI dice si somos varón o mujer? ¿Por qué solamente las jóvenes deben usar guardapolvo en muchas escuelas?

En este caso, podemos reconocer el rol del Estado en la construcción de género, por medio no sólo de lugares como la escuela, pero también del hospital, del Registro Civil, del sistema judicial, etc.

Las instituciones religiosas también influyen e intervienen fuertemente en estos relatos y debates, con diferente grado de impacto. Nuestro modelo de familia, sin ir más lejos, está fuertemente regulado por las concepciones cristianas sobre la mujer, el hombre y el lugar que ambos ocupan en el hogar. Pensemos una situación tan característica como el matrimonio religioso católico: un hombre entrega a la mujer a otro hombre, bajo la mirada del sacerdote (que no puede ser otra mujer). La mujer viste de blanco, para representar la pureza. Incluso en los relatos bíblicos, podemos ver estas construcciones: ¿por qué lo más importante de la Virgen María es que es virgen y madre?¿Qué implica que sea Eva la que pruebe la manzana?

Eva y Adán, femenino-masculino es una dicotomía que marca y organiza gran parte de nuestro pensamiento. Es dicotómico porque no hay posibilidad de ser otra(s) cosa(s): se es hombre o mujer desde antes del nacimiento. No hay posibilidades de existir fuera de ese binarismo, que deja afuera a muchas experiencias, deseos y sentires.

Es estructurante porque muchos otros conceptos están asociados con lo femenino o lo masculino. Por ejemplo, lo público (es decir, el ámbito político y por lo tanto, el ámbito del poder y de lo “importante”) es masculino, mientras que lo privado es lo femenino. La fuerza, la dureza son masculinas mientras que la debilidad y la suavidad son femeninas, etc.

Un aspecto constante en estas construcciones es la devaluación y subordinación de lo femenino con respecto a lo masculino. Por ejemplo, es importantísimo no sólo rescatar a aquellas mujeres que históricamente participaron en política “a la par” de los hombres, sino también rescatar la importancia de la vida privada y de lo personal en el devenir histórico.

Es un triunfo que la mujer participe del mercado laboral en mejores condiciones, pero esto no implica que el trabajo doméstico o la educación de los niños realizado por generaciones de mujeres no haya sido esencial.

Esta desvaluación no es inocente. Como las mujeres “son mejores” limpiando – y como limpiar es considerado denigrante -, realizan un trabajo que no es ni renumerado ni respetado, pero que es necesario e indispensable para el funcionamiento de nuestra sociedad y del sistema capitalista.

No podemos dejar de reconocer que no es sólo que estas concepciones culturales dejan afuera muchas experiencias y recortan nuestras posibilidades, sino que además justifican y legitiman la desigualdad y la opresión. La construcción misma de la femineidad está basada en considerar a la mujer como fundamentalmente víctima. Es decir, como un sujeto pasivo y “condenado” a sufrir.

Es importante que no reproduzcamos esos discursos en nuestros trabajos, de manera inconsciente.

Acercamiento económico

¿Cómo podemos pensar la economía desde el género o el género de la economía?

Desde una concepción más amplia que la tradicional, algunas economistas feministas definen la economía  como “el conjunto de procesos que permiten generar los recursos necesarios para vivir”, sin limitarse a mirar sólo aquellos que involucran flujos monetarios.

Se pone especial énfasis en el trabajo no pago realizado mayoritariamente por las mujeres en los hogares,  que representan una  esfera crucial de la economía, en interrelación con el estado y el mercado.  Desde este punto de vista se busca hacer visibles esferas antes ocultas: trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, trabajo comunitario, economía popular/social/solidaria, economía campesina, etc. Plantean que los hogares son una institución económica clave y, a la vez, un elemento de reajuste del sistema, marcados por relaciones de género de desigualdad.

Es decir, podemos preguntarnos porqué este trabajo no es visible. ¿Qué pasaría si no se realizara?¿Si fuera remunerado?

Otro aspecto a tener en cuenta en la perspectiva económica, es cómo afecta esa desigualdad al mercado de trabajo, siendo que la inserción de las mujeres  continúa siendo más precaria que la de los varones (con mayor incidencia de la informalidad y menor presencia en los sectores dinámicos), sus jornadas laborales totales son más extensas (debido a que al trabajo remunerado se suma el trabajo no remunerado) y sus ingresos son menores a igualdad de años de educación (CEPAL, 2010b; Atal et al, 2009).

También, en los últimos años se habla de la feminización de la pobreza en la región (más mujeres pobres entre las mujeres que varones pobres entre los varones) y siguen existiendo formas persistentes de violencia contra las mujeres que coartan su autonomía física y el ejercicio de sus derechos, a pesar de que los mismos están consagrados por las legislaciones nacionales y los acuerdos supra-nacionales.

Por todo esto, es indispensable incorporar al análisis la dimensión de las relaciones de poder y  de las múltiples dimensiones de la desigualdad social: clase, etnia, generación, etc., que interactúan con el género. Varones y mujeres no son grupos homogéneos.

Acercamiento histórico-político

La falta de acceso a la educación, a la salud, a la vivienda, a un trabajo digno; la violencia sufrida en diferentes escalas; la estigmatización en medios de comunicación y otras expresiones culturales; la falta de presencia en el discurso histórico hegemónico: cualquiera de las temáticas que atraviesen al género y los derechos humanos puede ser entendida en clave de responsabilidades políticas y luchas históricas.

Definir qué es género y qué no lo es, reproducir los mandatos, cuestionar las relaciones que se establecen atravesadas por esta noción, son prácticas políticas. Las distintas temáticas que se ubican en el eje “Género, derechos humanos y diversidades” pueden ser revisadas a la luz de posiciones políticas, militancias y participación (por acción u omisión) del Estado. Son muy diversos los actores sociales que tienen parte fundamental en la construcción de políticas públicas que afectarán de forma directa los cuerpos y deseos de todas las personas. En cada problemática de investigación, podemos preguntarnos por las responsabilidades políticas, incluso cuando se encuentran ligadas al ámbito de lo empresarial o al del espacio íntimo y privado. Estas responsabilidades interpelan necesariamente a la sociedad y su forma de organizarse.

Si un varón asesina a una mujer (en un claro caso de femicidio) él es el principal responsable pero, también, hay toda una estructura social que respalda y legitima esa violencia machista, desde los discursos sociales hasta la construcción mediática que se hace sobre la víctima. Asimismo, hay una serie de mandatos  que construyen esta relación de victimario y víctima, colocándolos a él y ella en los lugares que les corresponden respectivamente -> Veáse Acercamiento cultural.

Pero hay también luchas para desarmar esos mandatos y esas estructuras sociales. El feminismo puso de manifiesto que “lo personal es político” y abrió la puerta para complejizar la lectura de aquellos hechos de violencia que parecían del ámbito de lo privado y por lo tanto, desligados del ámbito público. “Lo personal es político” no significa que la lucha sea individual, sino que lo individual e íntimo es también parte de procesos colectivos.

En este sentido es interesante y necesario a la hora de problematizar los conflictos sociales en torno al género, pensar cómo históricamente las diferencias de poder generadas por el heteropatriarcado han impulsado luchas diversas. Estas luchas no solo supieron interpelar las distintas responsabilidades por las que las violencias se ejercían contra quienes no fueran varones -blancos, adultos, heterosexuales-, sino que disputaron también qué es lo que se consideraba violencia, disputaron el sentido mismo del término. Hoy en día, por ejemplo, es popular la noción de que un piropo no es halago, es violencia. Esto nos pone frente al devenir histórico político de los conceptos en torno a los que construimos cuáles son nuestros “derechos humanos”. Las luchas de los feminismos se han encontrado infinidad de veces cuestionando el origen patriarcal, héterocentrado, cisnormado y biologicista de las mismas políticas que defienden los derechos de las personas.

PROBLEMÁTICAS

Construcción de estereotipos

Al analizar la “construcción de estereotipos” pensamos poner en juego cuáles son las prácticas y discursos que generan nuestra visión del mundo dividida en dos: mujeres y varones. ¿En qué espacios aprendemos que todas las personas son mujeres o varones y que eso mismo determina el comportamiento que deberán tener a lo largo de toda su vida?

Esto es algo muy importante para trabajar, independientemente de cuál sea nuestro tema de investigación. ¿Qué actitudes respecto a la mujer y al varón aparecen en los testimonios, en las fuentes?¿Cómo afectan las construcciones sociales sobre varones o mujeres a la problemática que estamos trabajando?

A continuación les proponemos tanto actividades disparadoras como derroteros del debate para trabajarlo con el grupo.

Taller sobre discursos y estereotipos

Duración: aprox. 2 horas

Materiales: papeles o tarjetones en blanco, fibrones

El objetivo es comenzar a notar y analizar los estereotipos y roles de género establecidos socialmente, además de comenzar a identificar actores en este proceso de construcción. Esto implica poder relacionarlo con la experiencia personal de lxs participantes, pero de manera tal que también se visibilice lo estructural detrás/dentro de estas experiencias.

  • Primer paso

Para comenzar, les propondremos pensar en una situación, una frase que hayan dicho o escuchado, etc. que se relacione, en su opinión, con alguna temática de género. Deberán plasmar esa respuesta en una cartulina, de forma individual y anónima.

Esta instancia nos permitiría (a nosotrxs y a lxs chicxs) construir un espacio donde puedan pensarse a sí mismxs, sus experiencias personales, donde exteriorizar emociones ligadas a las problemáticas de género. En segundo lugar, esta dinámica nos puede (y debe) abrir las puertas para preguntarnos de qué manera se conectan cada una de estas prácticas, para mostrarlas como problemáticas sociales.

  • Segundo paso

Una vez que hayan terminado todxs, se recolectarán y leerán las cartulinas de forma anónima. Es interesante que sean leídas por algunxs participantes que se ofrezcan.

Luego, podremos preguntar qué ideas aparecen sobre el hombre y la mujer. Por ejemplo, si una tarjeta habla de cómo una madre le pide a su hija – y no a su hijo – que levante la mesa, se podrá señalar que la mujer es la que se ocupa del trabajo doméstico.

Otro camino es preguntarnos a qué ámbitos de la vida se relacionan o qué instituciones aparecen mencionadas. De esta manera, podemos comenzar a desandar lo personal para llegar a lo político.

También, por ejemplo, podemos preguntarnos cuáles de ellos responden a los modelos sociales hegemónicos y cuáles no, como punto de partida para pensar cómo se transmiten, sostienen, construyen y refuerzan estos modelos.

A medida que se desarrolle, deberíamos ir llevando el debate hacia ámbitos que no sean el escolar y el doméstico; es decir, alejarnos de la problemática de la socialización temprana y pensar en cómo esta socialización impacta nuestras vidas adultas.

Serán inevitables situaciones de catarsis donde se compartan experiencias particulares sobre esta interacción entre individuo y sociedad, pero es importante mantenernos enfocadxs en los estereotipos y roles de género.

Es importante también estar preparadxs para ofrecer contención al grupo. Es posible e incluso probable que surjan experiencias y situaciones complejas y dolorosas. Si bien esto es un desafío a la hora de coordinar el taller, es también prueba de que el grupo se siente cómodo y contenido hablando de experiencias dolorosas.

  • Tercer paso

En el tercer momento, vamos a profundizar en las instituciones y actores sociales que refuerzan estas concepciones.

Podemos hacer un recorrido por diferentes momentos de socialización (familia – escuela) o pensar cómo se transmiten estos estereotipos (películas, canciones, literatura, los medios de comunicación, la publicidad, etc.). Así podremos identificar quiénes se involucran en esta construcción y cuáles son los intereses en juego.

Si bien esta actividad se plantea como un inicio del debate, no un final, sería interesante poder darle un cierre. Una opción es ir tomando nota durante el debate en un afiche o en un pizarrón y, al final, recuperar lo que se haya debatido.

Actividades de seguimiento

Hay actividades que pueden servir como seguimiento de esta propuesta de acercamiento al tema. Por supuesto, luego debemos darnos el espacio para debatir lo que hayamos descubierto y ponerlo en relación con nuestra investigación.

Algunas ideas son:

 

  • Análisis de textos trabajados en la escuela: es importante que no sean elegidos, sino que realmente se analicen lo que estén leyendo en diferentes materias. Por ejemplo, ¿cómo aparecen mencionadas las mujeres en los textos que utilizan para Historia? ¿En los textos seleccionados de Prácticas del Lenguaje, cuántos fueron escritos por mujeres?¿Cuántos tienen protagonistas femeninas?
  • Análisis de medios de comunicación: ¿cómo aparecen las temáticas de género en los medios de comunicación? ¿Qué estereotipos se construyen en las noticias o en la publicidad?
  • Análisis de películas y series de TV: este es otro caso donde es importante que analicen lo que realmente consumen de manera crítica (pero sin culpa). Un ejercicio simple y chocante es realizar el test de Bechdel sobre lo que miran.

Este test es muy sencillo: nos preguntamos si en la película/serie que estamos viendo hay

  1. Dos (o más) personajes femeninos con diálogos
  2. Que hablen entre sí
  3. Sobre algo que no sea un hombre

Si bien este test no nos dice si una película en particular es o no machista, sirve para ver las tendencias en el cine en general.

Diversidad de género

Observamos que existe una cierta confusión respecto a términos como “género”, “sexo”, etc. que resulta difícil abordar sin desviar el debate. Tener claras estas definiciones y las complicaciones y complejidades que encierran es central para poder tratar cualquier problemática asociada al género.

Como estrategia para reponer estas definiciones técnicas y como disparador de un debate para visibilizar las construcciones sociales en torno a estos conceptos, ponemos a su disposición materiales diseñados para este fin.

Actividad para trabajar las diversidades

Duración: 2 horas

Materiales: materiales impresos, tijeras, pegamento

  • Primer momento

Les propondremos una actividad para jugar las diversidades: basándonos en la idea de las muñecas de papel para recortar y vestir, cada participante contará con una silueta andrógina y varios elementos en relación a una categoría a definir. La actividad consiste en pedirles que construyan, cada unx, un personaje utilizando esos elementos e invitándolos a crear otros elementos si lo creen necesario. El personaje que creen puede o no representar al participante. Pueden utilizar las categorizaciones que proponemos o inventar nuevas.

Las categorías son:

  • Identidad de género

Transgénero           Mujer        Transexual              Varón

  • Expresión de género

Utilizan la silueta negra y sobre ella ponen las diferentes características físicas y estéticas que conforman al personaje

  • Sexo biológico

Intersexual                       Mujer                        Varón

  • Orientación sexual

Para poner en juego esta definición y experimentar por quienes se siente atraídx el personaje creado, les proponemos que interactúen los personajes entre sí, que salgan a recorrer y conocer otrxs personajes para descubrir qué tipo de relaciones desean compartir con ellxs (en el caso que deseen hacerlo).

Con esto, queremos trabajar varias ideas. Por un lado, determinar las diferencias entre estos conceptos y cómo estos diversos modos de la identidad pueden combinarse de muchas maneras. Por otro lado, recordar que la identidad se construye y se arma, se recorta de lo que nos es dado pero también podemos intervenir en esta construcción, creando nuevos elementos o rechazando otros.

El formato en el que se ensamblan los personajes permite también que sólo la expresión de género sea visible y que tanto la identidad de género como el sexo biológico puedan estar “escondidos” detrás y el mismo personaje decida con quienes quiere compartir esa información. También sirve que no vayamos a pegar los diversos elementos para poder trabajar la idea de que la identidad es fluida y no está determinada de una vez y para siempre, sino que va mutando.

  • Segundo momento: debate

Seguidamente, comenzaremos a preguntarnos cómo se verían estas figuras en la sociedad. Por ejemplo, podemos cuestionarnos cuáles de ellos responden a los modelos sociales hegemónicos y cuáles no, como punto de partida para pensar cómo se transmiten, sostienen, construyen y refuerzan estos modelos. Aquí una serie de preguntas para ir poniendo en juego las relaciones de poder que subyacen a la problemática:

¿Sería alguno de estos personajes discriminado por otros? ¿Por quienes? ¿En qué contexto? ¿Qué discurso justificaría/legitimaría esa discriminación? ¿De dónde surgen esos discursos? ¿Quiénes los construyen y cómo llegan hasta nosotrxs? ¿Qué actores sociales se ven beneficiados por estos discursos? ¿Podemos generar prácticas que los deconstruyan?

Producciones relacionadas

Proponemos mirar estas producciones de Jóvenes y Memoria que giran en torno a diferentes diversidades:

Transparencias

Naturalmente diversxs 

En construcción. Historias de identidad

Género e instituciones

Entendemos que las opresiones vividas por sexo, género y orientación sexual se expresan también en el acceso (o la falta de acceso) a la salud, al trabajo, a la justicia, a la educación, a la vivienda. Al analizar estas problemáticas vemos que las relaciones de las personas con el sistema de salud, el sistema educativo, las fuerzas de seguridad, el Poder Judicial, el Poder Legislativo, etc., está signada por su condición de género y su sexualidad.

Proponemos compartir con el grupo de investigación cifras e información estadística, así como relatos de experiencias personales, que pongan de manifiesto estas diferencias para preguntarnos cómo afecta la relación de cada persona con las instituciones sociales el hecho de que esa persona no sea varón -blanco, adulto, heterosexual-.

El objetivo de esta actividad es poder analizar y trabajar con los chicos los roles de diversas instituciones, mayoritariamente relacionadas con el Estado, en lo que se refiere a temáticas de género.

Algunas preguntas que podemos hacernos sobre la relación Estado-Género:

  • ¿Cuál es el rol del Estado?
  • ¿Qué instituciones estatales tienen responsabilidades sobre estas problemáticas? ¿Cuáles intervienen activamente? ¿Cuáles deberían hacerlo?
  • ¿El Estado socializa el género? ¿Cómo?
  • ¿El Estado produce o reproduce la violencia de género? ¿En cuáles instituciones? ¿En qué situaciones?
  • ¿Cuál es el marco jurídico actual? ¿Qué leyes conocen? ¿Qué dicen estas leyes? ¿Se cumplen? ¿Para qué sirven las leyes? ¿Debería haber otras? ¿Cómo se llegó a estas leyes?
  • Pensar la localidad, las instituciones locales y barriales donde participan, cómo transvasar sus problemáticas privadas allí, etc. à Instituciones Estatales, Municipio

También hemos seleccionado algunos datos que pueden ayudar a la discusión. Para poder trabajarlos, sería interesante identificar cuáles son las instituciones involucradas e indagar en porqué sería una problemática de género.

Por ejemplo, cuando escuchamos que dos tercios de los 774 millones de adultos analfabetos son mujeres, podemos, por un lado, pensar en las instituciones educativas (y por lo tanto, el Estado) pero también podemos pensar el rol de las mujeres en el ámbito intelectual.  Es decir, preguntarnos quién es responsable de esa desigualdad y pensar cómo el héteropatriarcado legitima esa desigualdad.

Hemos organizado la información según la temática y las instituciones a las que se relacionan. Es importante siempre cruzar estos datos con la problemática de género y con otras categorías de análisis, como clase, etnia, sexualidad, etc.

Política y participación en los poderes del Estado

Sólo un 22 por ciento de las y los parlamentarios nacionales eran mujeres al 1 de enero de 2015, lo que significa que la proporción de mujeres parlamentarias ha aumentado muy lentamente desde 1995, cuando se situaba en un 11,3 por ciento

En enero de 2015, 10 mujeres eran Jefas de Estado y habían 14 Jefas de Gobierno.

Fuente: http://www.unwomen.org/es/what-we-do/leadership-and-political-participation/facts-and-figures#sthash.rCGIFaf6.dpuf

La Ley de Cupo significó un gran avance que ubicó al Parlamento de Argentina entre los primeros lugares del mundo en representación femenina. En los Poderes Legislativos provinciales, la representación mejoró pero aún no llega al 30%.

Argentina fue uno de los pocos países con una mujer al frente del Poder Ejecutivo. A la vez, durante la gestión de Cristina Fernández aumentó notablemente la cantidad de ministras del Poder Ejecutivo Nacional: de 22% en el 2007 al 31% en la actualidad. Sin embargo, en secretarias y subsecretarías aún son el 17%.

En los poderes ejecutivos provinciales es aún muy baja la cantidad de mujeres: en 2008 había sólo una gobernadora, y sólo 3 de cada 10 personas a cargo de las vicegobernaciones eran mujeres.

Los municipios y gobiernos locales son las áreas más bajas de representación femenina: apenas 10%.

La situación de las mujeres en el Poder Judicial mejoró en los últimos años en algunos ámbitos: dos ministras en la Corte Suprema de Justicia y varias en los tribunales superiores provinciales, a la vez que los juzgados nacionales vienen siendo ocupados cada vez más por más mujeres desde 1980, a excepción del fuero penal-económico, donde aún son menos del 10%.

Fuente: http://www.artemisanoticias.com.ar/site/notas.asp?id=1&idnota=7729

Fuente: http://www.observatoriosocial.com.ar/es/investigacion/informes-de-coyuntura/un-acercamiento-a-la-violencia-domestica-contra-las-mujeres-en-america-latina-y-el-caribe

Educación

Mientras que el 80% de las chicas de entre 15 y 19 años están en la escuela, solo el 67% de los varones de esa edad asisten al colegio.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2010/07/desigualdad-social-en-argentina-tiene-base-de-genero/

Los logros educativos de las mujeres fueron enormes: tienen más asistencia que los varones a los niveles secundario y terciario (30% más); en el 2004 eran el 60% de la población de la Universidad de Buenos Aires y el 57% de las integrantes de todas las universidades nacionales; y son el 60% del estudiantado de los posgrados.

En los ámbitos científicos también aumentó su participación pero las desigualdades aparecen en relación a los cargos jerárquicos y el tiempo de dedicación: sólo el 54% de las mujeres tiene dedicación a tiempo completo, comparadas con el 62% de los varones; y si bien las mujeres representan el 58% de los cargos de ‘asistentes’ en el Conicet (los más bajos), sólo el 18% llega a las categorías superiores de investigación (se destacan más mujeres en áreas superiores en Ciencias Sociales y Humanidades mientras que los varones hegemonizan Tecnología).

Fuente: http://www.artemisanoticias.com.ar/site/notas.asp?id=1&idnota=7729

Fuente: http://www.observatoriosocial.com.ar/es/investigacion/informes-de-coyuntura/un-acercamiento-a-la-violencia-domestica-contra-las-mujeres-en-america-latina-y-el-caribe

¿Igualdad de género?

La distribución entre rectores y rectoras

en 200 universidades latinoamericanas y caribeñas

País Rectores Rectoras
Argentina 18 4
Chile 5
Paraguay 1
Uruguay 3
México 47 10
Brasil 13 2
Bolivia 5 1
Colombia 15 4
Ecuador 12
Perú 17 4
Cuba 4 2
Haití 1
Puerto Rico 2
Rep. Dominicana 12 1
Costa Rica 1 1
El Salvador 2
Guatemala 2
Honduras 2 1
Nicaragua 3 1
Panamá 3 1
168 32
Total 200

 

El mundo del trabajo

Uno de los sectores paradigmáticos del peso en Argentina de la falta de normas, la informalidad y la discriminación de género en el mundo del empleo, es el de las trabajadoras domésticas para hogares ajenos, el nicho de 18 por ciento del empleo femenino. Es un trabajo ejercido mayoritariamente por migrantes o sus descendientes, de las provincias del norte argentino o de los países vecinos: Bolivia, Paraguay y Perú.

Nueve de cada 10 madres de más de cuatro hijos que tienen trabajo en Argentina son empleadas en trabajos domésticos y de limpieza, según datos de la oficial Encuesta Permanente de Hogares, con base en 2006. Los hombres ocupan 10 por ciento del empleo en ese rubro.

Las brechas de acceso y de salario indican que las mujeres cobran 30 por ciento menos por el mismo tipo de empleo y trabajo que los hombres. Se da también una segmentación vertical, que tiene que ver con barreras para el acceso a cargos jerárquicos, un rasgo que pasa en toda la región.

A la hora de medir por géneros el ingreso promedio anual per cápita, resulta que el de los hombres es de 17.710 dólares y el de las mujeres, de 8.958 dólares

El desempleo femenino se eleva a 15,1 por ciento frente a 8,7 por ciento masculino, a lo que se suma una tasa femenina de subempleo de 13,1 por ciento contra la masculina que es de 8,2 por ciento.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2010/07/desigualdad-social-en-argentina-tiene-base-de-genero/

Durante la última década aumentó la participación económica de las mujeres en el mercado de trabajo (pasó de 34,5% en 1997 a 41% en 2010), lo que redundó en una mayor feminización del mercado laboral. Particularmente se insertaron más las mujeres que también tienen responsabilidades familiares: hoy 6 de cada 10 madres son trabajadoras activas.

Sin embargo, al continuar siendo las mujeres las principales proveedoras de cuidado en los hogares, el tipo de trabajos que aceptan suelen ser flexibles, precarios y por pocas horas semanales.

Persisten aún tres ejes de desigualdad laboral: la segregación vertical (poco acceso a cargos jerárquicos), la horizontal (concentración de mujeres en tareas asociadas al cuidado) y la brecha salarial (en la última década se achicó en los niveles profesionales y se agrandó en los de bajos niveles educativos).

A la vez, es más pronunciada en las mujeres la diferencia entre la formación profesional y la inserción en puestos de trabajo equivalentes a esta inserción.

La inclusión de las mujeres en el mercado laboral no tiene un equivalente en la transformación de roles al interior de los hogares: la cantidad de mujeres que hace la mayor cantidad de trabajo en los hogares es 3,8 veces superior a los varones; y en la Ciudad de Buenos Aires, el 60% del cuidado de niñas, niños y adolescentes es provisto por las madres y sólo el 20% por los padres.

Fuente: http://www.artemisanoticias.com.ar/site/notas.asp?id=1&idnota=7729

Fuente: http://www.observatoriosocial.com.ar/es/investigacion/informes-de-coyuntura/un-acercamiento-a-la-violencia-domestica-contra-las-mujeres-en-america-latina-y-el-caribe

Salud

Las mujeres tienen hábitos preventivos de salud, alimenticios y en relación al consumo de alcohol y tabaco más saludables que los varones. Sin embargo, las adolescentes de entre 13 y 15 años fuman más que sus pares varones; la prevalencia de consumo entre las fumadoras argentinas entre 15 y 64 años es la más alta de América Latina; y el cáncer de pulmón se duplicó en las mujeres desde 1980.

La salud reproductiva es, como educación, otra de las áreas de importantes avances: la mayoría de las mujeres dice conocer métodos anticonceptivos y usarlos; sin embargo la continuidad del uso es variable y difiere según el nivel educativo y la pobreza.

El embarazo adolescente se mantuvo estable durante la última década (15%), mientras que en el contexto regional disminuyó levemente, y expresa la desigualdad social: mientras en Buenos Aires es del 34 por mil, en el noreste argentino asciende al 80 por mil.

La mortalidad de mujeres gestantes (mortalidad materna) descendió desde 7 por cada 10.000 nacidas/os vivas/os en 1980 a 3,5 en 2000, y luego ascendió levemente hasta la última medición de 4 en el 2009. La mayoría son evitables.

 

Fuente: http://www.artemisanoticias.com.ar/site/notas.asp?id=1&idnota=7729

Fuente: http://www.observatoriosocial.com.ar/es/investigacion/informes-de-coyuntura/un-acercamiento-a-la-violencia-domestica-contra-las-mujeres-en-america-latina-y-el-caribe

Familia y hogar

Aumentó la inestabilidad conyugal, más allá de la modalidad de la unión. Algunos estudios señalan que las rupturas implican para las mujeres cambios de residencia, de trabajo, la adopción de nuevas responsabilidades y una disminución en sus niveles de vida, aunque también un alto grado de bienestar emocional.

Sólo la mitad de las niñas y niños menores de 18 años que no viven son sus padres reciben manutención económica regular por parte de éstos. Y un 15% los ve una vez por semana y 4 de 10 al menos dos veces a la semana.

Las mujeres tienen actitudes de mayor tolerancia, apertura e igualdad en relación con la familia: están más en desacuerdo con la afirmación que dice que las niñas y niños necesitan de ambos padres para crecer felizmente; desaprueban más la afirmación que dice que ser ama de casa reporta la misma satisfacción que un trabajo pago; y también desacuerdan más en que la educación universitaria es más relevante para un varón que para una mujer.

Fuente: http://www.artemisanoticias.com.ar/site/notas.asp?id=1&idnota=7729

Fuente: http://www.observatoriosocial.com.ar/es/investigacion/informes-de-coyuntura/un-acercamiento-a-la-violencia-domestica-contra-las-mujeres-en-america-latina-y-el-caribe

Violencia contra las mujeres
Está presente en todas las clases sociales, edades, niveles educativos y grupos étnicos.
Los denunciados son mayormente varones y las víctimas mayoritariamente mujeres.
Los principales agresores son parejas o ex parejas.
Los tipos de violencia más comunes en las denuncias son la psicológica (90% y la física (67%)

Fuente: http://www.artemisanoticias.com.ar/site/notas.asp?id=1&idnota=7729

Fuente: http://www.observatoriosocial.com.ar/es/investigacion/informes-de-coyuntura/un-acercamiento-a-la-violencia-domestica-contra-las-mujeres-en-america-latina-y-el-caribe

Una propuesta posible, que no requiere materiales, para trabajar con los chicos es pensar juntos situaciones como estas es la que detallamos a continuación.

  • Primer momento

Se inicia con un juego que los pueda dividir en cinco grupos, para arrancar con la dinámica. Es importante que podamos ya entrar en contacto con los otros y que también entre en juego la voz, para poder ir preparando el terreno. Es necesario sacudirlos un poco y generar un clima de comodidad.

  • Segundo momento

Vamos a plantear una situación  problemática particular para que cada grupo represente con una “foto” o como “estatuas” – si se sienten cómodos agregando diálogo, también se puede. No importa si en un grupo hay más mujeres o más varones porque las escenas se asignarán al azar.

Cada situación debe ser lo suficientemente abierta para permitir que cada grupo las construya con sus propias contribuciones, pero también sugerir temáticas de género.

Las situaciones planteadas son estas:

  • Laboral: personas realizando su trabajo diario, una de ellas solicita permiso a la persona a cargo para llegar  más tarde al día siguiente por problemas familiares. Ejemplo: panadería, ferretería, mecánica,  construcción, peluquería.
  • Educativo: docente y estudiantes.
  • Doméstico: una persona está cuidando a una persona anciana.
  • Público: una persona camina de noche por la calle, volviendo de su trabajo.
  • Sistema de salud: una persona va a buscar atención médica para un familiar al hospital.

Una vez que hayan armado la escena, vamos a pedirles que las representen y haremos un brevísimo recorrido por ellas.

  • Tercer momento:

Luego de esta dinámica, lo que intentaremos es identificar:

  • los estereotipos y roles presentes en cada situación: ¿quiénes aparecen en esta situación?¿quiénes más podrían aparecer?¿cómo nos damos cuenta cuáles son sus roles/quiénes son varones y quiénes mujeres?¿qué actitudes tienen?
  • la problemática planteada: ¿cuál es el problema que podemos ver en la escena?¿hay alguna vulneración de derechos ?¿aparece algún conflicto?
  • los diferentes actores sociales e instituciones que intervienen en estas problemáticas: ¿de quién es la responsabilidad sobre la problemática?¿hay víctimas?¿quién está tratando de resolverlo?

Por otro lado, también queremos ver cómo nuestras propias concepciones sobre el género impactan ese recorrido. Por ejemplo, en las escenas,

  • ¿quién se hacía cargo del cuidado de los otros?
  • ¿quién era “el jefe”?¿quién el docente?
  • ¿hubieran planteado una situación diferente si fuera varón en vez de mujer la persona que camina de noche por la calle?
  • ¿hubo participantes del grupo que se sintieron incómodos con alguno de los roles?¿Por qué?

El objetivo de esta actividad es, por un lado, pensar lo cotidiano que es nuestro recorrido por las instituciones y cómo está marcado por el género. Es poder poner en relación con “la vida diaria” estos datos que ya hemos planteado.

Proponemos realizar esta actividad luego de haber trabajado tanto los estereotipos/roles de género como las diversidades, enfocándonos más en las instituciones y el rol del Estado. Es decir, pasando a lo estructural pero sin dejar de lado cómo eso nos afecta en nuestras vidas, deseos y elecciones.

Trata de personas con fines de explotación sexual

La complejidad de la temática de trata de personas con fines de explotación sexual radica en varios factores. Uno de ellos y de gran relevancia es que tanto en la práctica como en nuestro imaginario suele ser una de las vulneraciones más violentas que puede cometerse contra los derechos humanos de cualquier persona. Esto nos interpela desde lugares dolorosos que muchas veces no es sencillo manejar.

Otro de los puntos que es necesario tener en cuenta es que la mayoría de la información que circula sobre la problemática se basa en supuestos irreales, en imaginarios sobre cómo se da este delito basados en ficciones o generalizando información que representa sólo la minoría de casos.

La combinación de estas dos particularidades (el fuerte malestar que nos genera la violencia del delito y la poca información verídica con la que contamos) se conecta con otra de las dificultades al investigarlo: la inscripción de este delito en el marco de las violencias que generan el machismo y el héteropatriarcado.

¿Por qué es esta una problemática de género? es una pregunta válida que profundiza en las raíces político-sociales del hecho y en lo que hace posible que esta vulneración perviva en nuestras sociedades como un conflicto irresoluble.

Al respecto se aclara en el Cuadernillo para el Abordaje Periodístico de la Trata de Personas:

“Sin dudas [los] datos demuestran la relación del delito con el sentido que la sexualidad femenina adquiere en las relaciones sociales y, en particular, en las relaciones entre los géneros. Las instancias de dominación y control sobre la sexualidad femenina, se expresan en la posibilidad de acceso de los hombres a los cuerpos de mujeres y niñas en el “mercado” y la industria del sexo”.[1]

¿Cómo se regulan los placeres? ¿La sexualidad de quién es la que debe ser atendida y los deseos de quién satisfechos (tanto en el ámbito “privado” como en el de la “industria”)? ¿Qué vínculos de poder se establecen entre las distintas personas que forman parte de la “industria del sexo”? son algunas preguntas que sirven para que pensemos cómo es que esta temática se enmarca en la situación de vulneración explícita que viven determinados cuerpos por ser “mujeres”.

Aquí les acercaremos un resumen de los puntos más importantes de dicho Cuadernillo para el tratamiento de esta problemática en el marco del Programa Jóvenes y Memoria, el video “La ruta de la trata” y otros materiales para su consulta.

Antes haremos una aclaración importante: el debate sobre cómo luchar contra la trata de personas se enmarca en grandes discusiones sobre qué es la prostitución y qué se debiera hacer con ella desde la legislación. Hay dos grandes posturas en relación a esto último: la abolicionista y la reglamentarista.

La primera propone la necesidad de abolir la prostitución para terminar con la trata de personas con fines de explotación sexual y para que no sea la única “salida” que encuentran personas travas y trans al no ser aceptadas en espacios laborales dignos. Suele esgrimir el argumento de que “ninguna persona puede elegir ejercer la prostitución sino es en coerción con faltas graves a nivel económico y social”; planteo que deja afuera a las (no muchas) personas que se definen como trabajadoras sexuales por elección o que, por lo menos, desvaloriza su autodeterminación.

Si bien el abolicionismo no propone la persecución a las personas que decidan prostituirse, sí plantea que debe criminalizarse a lxs clientes (además de a todxs lxs otrxs “prostituyentes”).

El reglamentarismo, por otro lado, considera que sin clientes no hay trata pero que tampoco hay prostitución en condiciones dignas. Por lo cual propone reglamentar la prostitución como trabajo, garantizando los derechos de todas las personas que decidan ejercerlo y asegurando que no se generen redes delictivas de trata de personas con fines de explotación sexual.

Necesitamos dejar de manifiesto que la discusión no está para nada saldada e incluso no se agota en estas dos opciones.

Si bien muchas de las personas que luchan contra la trata se inscriben en una política abolicionista, existe el planteo de que abogar por el abolicionismo es desoír los reclamos de quienes se definen a sí mismxs como trabajadorxs sexuales y que aporta una mirada moralista a la definición de la sexualidad en relación al trabajo: nadie puede elegir por sí mismx vender su cuerpo en el mercado sexual mientras sí puede hacerlo en el mercado legítimo del trabajo capitalista. En este sentido les invitamos a leer el material de forma crítica y propulsando el debate con lxs estudiantes respecto a esto.

Además del mencionado Cuadernillo para el Abordaje Periodístico de la Trata de Personas y el video La ruta de la trata, desarrollado por la Fundación María de los Ángeles, adjuntamos

– el Informe La Trata Sexual en Argentina- Aproximaciones para un análisis de la dinámica del delito http://noalatrata.gba.gob.ar/sites/default/files/UFASE.pdf

– la Manual sobre la investigación del delito de la trata de personas – Guía de Autoaprendizaje https://www.unodc.org/documents/human-trafficking/AUTO_APRENDIZAJE.pdf

Todos estos materiales tienen posturas abolicionistas, pero también les acercamos la entrevista de CosechaRoja. Red de Periodistas Judiciales de Latinoamérica a Agustina Iglesias Skulj, quien, en cambio, reclama la legalización del trabajo sexual.

En la entrevista, Agustina Iglesias nos interpela diciendo:

En este caso y en los demás de trata sexual de mujeres, es necesario romper con los binomios desde los que se investiga y se juzga: los estigmas que están asociados a la prostitución –producto de un régimen patriarcal que divide a las mujeres entre putas y buenas mujeres–  son los mayores impedimentos a la hora de prevenir y castigar la explotación sexual.

Insistimos con la importancia de preguntarse respecto a estas afirmaciones al tocar temas tan delicados.

  • Del Cuadernillo EL DELITO DE TRATA DE PERSONAS – SU ABORDAJE PERIODÍSTICO

En numerosas ocasiones el tratamiento periodístico de esta problemática reproduce esquemas de estigmatización y victimización de las mujeres que se encuentran sometidas a las redes delictivas, aumentando su situación de vulnerabilidad y la de sus familias. La mayor exposición del tema debiera ser acompañada de un tratamiento periodístico respetuoso e informado, que desnaturalice las distintas formas de sometimiento de las víctimas, evite la ocultación del delito y sus perpetradores, contribuya a la prevención y erradicación del mismo y al cuidado y protección de las mujeres que lo padecen (p. 3)

El perfil de quienes se consideran víctimas del delito de trata de personas con fines de explotación sexual es acotado: por los números que pueden analizarse de los casos conocidos se deduce que desde los medios y el Estado se percibe como víctimas a mujeres  menores explotadas por corto período de tiempo. Se desprende de esto que las personas trans, travestis, mujeres adultas o que han sido explotadas por mucho tiempo son invisibilizadas como víctimas.

Resalta, a diferencia de lo que suele difundirse en los medios, el engaño como principal medio de cooptación y no el secuestro. Esto último plantea que en muchos casos hay vulnerabilidad socio-económica previa de las víctimas, lo que se vincula con que “la condición de migrante es un factor determinante del riesgo de victimización” (p. 8). El 49% de las víctimas argentinas fueron captadas en ciudades de menos de 70.000 habitantes, casi nunca utilizando como medios internet, mensajes de texto, teléfono o publicidad gráfica.

Las formas de sometimiento a largo plazo se basan en coartar la autonomía económica, amenazas y violencia psíquica.  Por ejemplo: se genera un sistema de endeudamiento que “promueve modalidades de sometimiento y de explotación extremas que pueden ser largamente sostenidas en el tiempo. La deuda se inicia a partir del pago de los pasajes por parte de los/as tratantes”. Suele amenazarse con vulnerar la integridad física y psíquica de la víctima o de sus familiares directxs. En buena parte de los casos las víctimas están en poder de sus documentos y hasta pueden salir del lugar: el sometimiento opera de otro modo.

Las mujeres suelen ser parte importante de las personas implicadas en el delito, ocupando roles de especial exposición en el proceso de trata, lo que “pone en discusión la posibilidad de que algunas de éstas hayan sido previamente tratadas o explotadas” (p. 14). La mayoría de imputados provienen de empleos precarios, no se encuentran casos de profesionales. Sí fueron imputados: policías en actividad, ex policías y ex trabajadores del servicio penitenciario. “Es posible que la persecución alcance sólo a los sectores más vulnerables, directamente involucrados con la fase de explotación” (p. 15).

En muchos casos los lugares de explotación están habilitados por organismos locales lo que habla de la importancia de la connivencia del estado para que el delito se lleve adelante. También esto se pone en evidencia por las rutas que se utilizan de entrada al país y por la cantidad de personas parte de las fuerzas de seguridad que han sido imputadas. Podemos decir entonces que esta connivencia es especialmente local, policial y judicial, que le otorga falsa legitimidad a la actividad y conduce a su naturalización. “Tal es así que influyen en la percepción que las propias víctimas tienen sobre la actividad. Socialmente se desdibuja el límite entre lo legal y lo ilegal” (p. 16).

Proponemos mirar el video Trabajadorxs informales que encontrarán en el Volumen 14: Feminidades, violencias y trabajo de las Colecciones Modelo para Armar. Se sugieren allí, asimismo, bibliografía y actividades. https://www.comisionporlamemoria.org/jovenesymemoria/colecciones/vol-14/

Informe La Trata Sexual en Argentina- Aproximaciones para un análisis de la dinámica del delito http://noalatrata.gba.gob.ar/sites/default/files/UFASE.pdf

Manual sobre la investigación del delito de la trata de personas – Guía de Autoaprendizaje https://www.unodc.org/documents/human-trafficking/AUTO_APRENDIZAJE.pdf

– Cuadernillo para el Abordaje Periodístico de la Trata de Personashttp://www.fundacionmariadelosangeles.org/micrositios/delito-de-trata-de-personas/cuadernillo_trata_FINAL_web.pdf

GIMENO REISNOSO – LA PROSTITUCIÓN APORTACIONES PARA UN DEBATE ABIERTO http://cpm-aec3.kxcdn.com/wp-content/uploads/sites/21/2018/03/Gimeno-Reisnoso-La-prostituci%C3%B3n-Aportaciones-para-un-debate-abierto.pdf

[1] http://www.fundacionmariadelosangeles.org/micrositios/delito-de-trata-de-personas/cuadernillo_trata_FINAL_web.pdf p. 5

Violencia de género en la pareja

Los casos de violencia de género en la pareja deben ser considerados con la profundidad necesaria: no alcanza con describir la situación vivida por alguien, hablar de números o dar definiciones si no se realizan preguntas acerca de por qué se lleva a cabo este tipo de violencia.

Las razones son múltiples: la naturalización por parte de todxs; la legitimación cultural, política, judicial, etc.; los roles establecidos socialmente; etc. Como en toda investigación, no es visibilizar o concientizar lo que guía el acercamiento a la problemática. Debe buscarse la comprensión de los diferentes aspectos del problema para analizar cómo se produce.

Hablar de relaciones vinculares en perspectiva de género implica no desconocer que incluso dentro del ámbito privado los varones – en especial blancos, adultos, heterosexuales – tienen poder por sobre el resto de las personas. Pedimos, en este sentido, tener presente la diferencia que hacemos entre violencia de género y violencias hacia las mujeres  y cómo se inscribe en ambas la violencia en las relaciones afectivas que se busca investigar (Véase Glosario).

Como hemos dicho varias veces, muchas de estas problemáticas se inscriben en ámbitos privados e íntimos. Es central, por un lado, contener al grupo a la hora de embarcarse en una investigación de esta índole pero además, es importantísimo no olvidar la conexión con lo público y con lo político.

Proponemos trabajar con lxs jóvenes con la siguiente cartilla para indagar sobre distintas formas en que se presenta la violencia de género en las parejas, más cercanas a su realidad: De mariposas en la panza a amores que (m)atan.

Esta problemática, junto con la de trata de personas con fines de explotación sexual, es mucho más específica que las anteriores, que se inscriben en marcos teóricos de mayor abstracción. No por esto están desconectadas unas de otras, sino todo lo contrario: les proponemos conectar esta problemática con algunos de los ejes transversales propuestos por este material.

  • Violencia de género en la pareja, roles de género y diversidades

Podemos pensar la violencia de género y cómo se relaciona con los roles de género socialmente impuestos.

Volviendo a lo que trabajamos previamente, ¿qué roles de género pueden legitimar y facilitar la violencia hacia las mujeres? ¿Cómo construimos el rol femenino? ¿Cómo concebimos el masculino?¿Cuál se asocia a ejercer violencia sobre otrxs?¿Cuál a soportar esa violencia, a resistir?

En los discursos que pudimos analizar, ¿puede aparecer la temática de la violencia hacia las mujeres? Si aparece, ¿cómo lo hace?

¿Cómo concebimos las relaciones de pareja o el romance?¿Cómo pensamos al amor y los celos en las películas o los libros que consumimos?¿Cómo son las familias en la televisión?¿Reflejan o refuerzan concepciones sociales?¿Esto tiene que ver con la violencia hacia las mujeres?

Si pensamos las diversidades, ¿cómo se relacionan con la violencia en la pareja?¿Cómo se relacionan esas construcciones que realizamos en la actividad propuesta?¿Cómo se cruza la orientación sexual o la identidad de género con este tipo de violencia?

Es importante reflexionar en torno a los estereotipos de género no sólo a partir de la investigación sino en relación al discurso que se pretende construir en la producción final.

Por ejemplo, dado que el rol de la mujer suele estar asociado a su lugar de víctima/pasividad, ¿cómo podemos evitar reforzar esta idea (de que ser mujer es necesariamente ser víctima; que una mujer no puede valerse por sí misma, en especial si no hay un varón que la defienda) cuando visibilizamos las instancias en las cuales las mujeres son violentadas?

En este caso la vinculación entre los estereotipos y los imaginarios que se construyen sobre la violencia de género es directa. ¿Podemos pensar en otros?

  • Violencia de género e instituciones

También podemos pensar el rol de las instituciones, tanto privadas como estatales, respecto a esta problemática. No podemos perder de vista este aspecto más estructural de la violencia en la pareja. Si lo hacemos, corremos el riesgo de simplemente narrar un caso, obviando las complejidades de las razones y las consecuencias de la problemática a nivel social.

¿Qué instituciones aparecen relacionadas a esta problemática? ¿Se vinculan por acción u omisión? Si han trabajado algún caso específico, ¿aparece alguna institución específica?

¿Cuál es el rol de Estado?¿Cómo debería intervenir en la problemática?¿Cómo lo hace en la práctica?¿Qué instituciones estatales se involucran?

Pensando en los datos que se plantean en ese apartado [link], ¿cómo se relacionan con la violencia hacia las mujeres?¿Cómo impacta la desigualdad económica?¿Cómo impacta la inserción educativa de la mujer?

¿CÓMO CONTAR UNA HISTORIA SOBRE GÉNERO?

Cómo contar un relato sobre una temática de género

Este apartado lo escribimos pensando específicamente en la necesidad que tendrán de contar qué es lo que investigaron sobre la temática elegida. Como sabemos, son problemáticas específicas que implican algunos cuidados particulares al construir un discurso.

Hay muchas personas hablando en distintos medios y de distintas formas sobre “género”. ¿Cómo lo hacen? ¿Quiénes se vuelven responsables por lo que sucede en sus discursos? ¿Quiénes tienen capacidad de acción? ¿Qué actores sociales se nombran?/¿Cuáles se ocultan? ¿Los intereses de quiénes defienden? No sólo son preguntas válidas para analizar las fuentes con las cuales trabajamos, pero también para pensar críticamente lo que comunicaremos.

En general, las mujeres, personas de colectivos lgttbiqp, personas menores, personas que se definen como trabajadoras sexuales, personas que se encuentran en situación de prostitución (todas víctimas de distintas violencias), etc. son protagonistas de sus historias sólo desde una mirada paternalista.

¿Qué significa esto? Que parece que ellxs no saben tan bien como nosotrxs – quienes cuentan la historia – qué es lo mejor para sus vidas, qué podrían o pueden hacer para evitar la violencia o cuáles fueron sus errores. De esta manera, se pierde la idea de que sean sujetxs de su propia vida, con derecho a decidir sobre y a construir sus propios cuerpos, placeres y deseos.

Para no vulnerar nuevamente los derechos de una persona o colectivo víctima de violencia/s es necesario NO REVICTIMIZARLA. ¿Cuándo ocurre esto? Cuando la exponemos de forma en la que no se siente cómoda, la definimos con términos que no son los que elige, la hacemos responsable de la violencia sufrida o la ponemos en igualdad de condiciones con aquella persona/colectivo/institución que, haciendo uso de una diferencia de poder, abusó de ella.

Es indispensable tener cuidado porque todo esto puede hacerse incluso sin intención, simplemente al no considerar estas particularidades al realizar nuestro propio relato. Esto no significa que no podamos brindar una opinión propia sobre el tema. Es más, todo relato es necesariamente una visión sesgada de la realidad que, por lo tanto, brinda una opinión, un punto de vista.

Pero esto no implica que violentemos a personas que de por sí se encuentran vulnerables al ya haber sido víctimas de violencia héteropatriarcal o que reproduzcamos discursos socialmente aceptables sobre el lugar de la mujer como víctima, por ejemplo. Debemos preguntarnos constantemente qué imagen estamos construyendo de las víctimas y cuáles de los victimarios.

Proponemos volver a mirar las producciones sobre diversidades que presentamos en ese apartado y analizar cómo construyen a las personas cuyas historias narran. ¿Cómo cuentan esas historias?¿Cómo definen a sus protagonistas?¿Cómo aparecen las opiniones de lxs narradores, de lxs realizadores?