Mecanismo Local de Prevención de la Tortura de la
Provincia de Buenos Aires (Ley Nacional 26.827)

17 tandas, 44 días, 10 mil jóvenes de escuelas y organizaciones territoriales de toda la provincia ya pasaron por el XVII Encuentro de cierre del programa Jóvenes y Memoria. Estudiantes y docentes siguen consolidando el programa de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) como un espacio de formación y de resistencia, fundamental en un contexto de regresividad en materia de derechos humanos: “No hay libertad sin derechos, ni derechos sin luchas”, dicen les jóvenes en el manifiesto.  El encuentro recorrió una parte importante de su camino, pero todavía falta mucho; hasta el 9 de diciembre. Habrán pasado más de 13 mil jóvenes por Chapadmalal.

 

Medio ambiente, diversidad y disidencia sexual, género, derecho a la educación, violencia institucional, memorias del pasado reciente. Estos son los temas que aparecen en las investigaciones de Jóvenes y Memoria y que actualizan la agenda de la democracia. “En Chapa nos despertamos, despabilamos nuestras incomodidades que a lo largo de los años crean prejuicios; las sacudimos y nos sacamos la tierra, sucia. Sucia como este sistema inmundo”, dice el  manifiesto escritos por les jóvenes.

Unos 10 mil jóvenes ya participaron del XVII encuentro en Chapadmalal y, hasta el 9 de diciembre, serán 13 mil. En total serán 22 tandas de dos días, cada una reúne a unas 50 escuelas y organizaciones políticas, sociales y culturales de toda la provincia de Buenos Aires; cada dos días, todo vuelve a comenzar, se renuevan las investigaciones e historias, los espacios de debate y producción, los deseos y sueños.

“Hace 17 años que empezamos, pero Chapa no se repite, Jóvenes y Memoria está siempre en contacto con esa realidad cambiante que, en cada momento histórico, nos pone determinados desafíos. Esos derechos pendientes que tenemos que seguir demandándole a la democracia”, remarcó Sandra Raggio, directora general de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM).

“Para mí es un orgullo enorme poder representar a mi comunidad, reclamar por los problemas de mi barrio San Alberto de Cuartel V. Mi barrio es uno de tantos, sé que hay miles de San Alberto”, dijo un joven del centro cultural La Chicharra. Hicieron  mención a la situación, tras la explosión de la EP49, de las escuelas de Moreno de las que también forman parte: “Seguimos sin tener respuesta del Estado, en mi escuela por ejemplo se arregló sólo la electricidad, pero falta el agua y el gas”.

Año a año, y cada vez con más presencia en el programa, fueron creciendo tanto las investigaciones sobre las violaciones a los derechos humanos del presente como la participación de las organizaciones territoriales. “Es una experiencia muy buena que nos permite trabajar mucho sobre violencia institucional en el barrio; nos discriminan por parar en una esquina o usar una gorra o ropa deportiva”, dice uno de los pibes del espacio Gallo Rojo del barrio Obligado. Hace 8 años que participan del programa de la CPM: “Hoy los coordinadores somos quienes en su momento fuimos jóvenes en este encuentro y eso nos llena de alegría”, señaló Mara. Este es sólo un ejemplo, casi una síntesis, del recorrido de Jóvenes y Memoria durante estos 17 años: ese es el compromiso de las escuelas y organizaciones que conquistaron y se apropiaron de este espacio como un lugar de referencia y participación de las nuevas generaciones en la defensa de los derechos humanos.

Junto a les jóvenes, que son los protagonistas del programa, está el compromiso de les docentes. Héctor Pincen, de la EES N 2 de San Miguel, es descendiente del cacique ranquel que fue tomado como prisionero durante la conquista del desierto y paseado por la calle Florida como trofeo de guerra. “Antes fueron los conquistadores, hoy el enemigo son las empresas explotadoras, los que proponen el olvido o los que estigmatizan los barrios populares”, sintetizó Héctor. Y agregó: “Ustedes al investigar estos temas están poniendo un freno, reclamando un cambio. Ustedes son la resistencia a los nuevos enemigos y están haciendo, en estos lugares, un mundo mejor”.

Este año bajo el lema Nuestra libertad es su amenaza, construyamos el nosotres, el programa propone apropiarse  del sentido político de la libertad para pensar la democracia, la desigualdad, la construcción colectiva y las luchas por la conquista de derechos.

“¿Cómo podemos ser libres si existen relaciones de poder que nos oprimen? ¿Cómo podemos ser libres si todavía existe la pobreza, la violencia institucional, el patriarcado, un estado ausente? ¿Cómo ser libres entre tanta sed de cárcel?”, se preguntan o contestan les jóvenes en el manifiesto del encuentro.

“Acá ponemos el cuerpo para construir desde abajo hacia arriba, como se construyen las políticas públicas y en momentos como estos, de regresión en políticas de derechos humanos, estamos en Chapa como en una trinchera, pero no una trinchera para la guerra, estamos para resistir en la paz, con el amor y la solidaridad de nosotres. Estamos para encontrarnos en los momentos difíciles y reconstruir la esperanza. Estamos porque es indispensable la disidencia con el poder que se ejerce para conspirar con nuestra felicidad”, remarca Sandra Raggio.

Como dice el manifiesto, “queremos que este sueño utópico que es Chapadmalal se traslade a todo el país, generando en cada cabeza mayor empatía, igualdad, conciencia y diversidad”. Y sigue: “Construyamos juntes otra libertad, una donde podamos decidir, democratizar espacios, pensar y proponer juntes. Sigamos creando derechos y libertades para hacer otro mundo más pleno, libre, justo y feliz”.

Les jóvenes que buscan la felicidad y resisten en la esperanza.

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