Mecanismo Local de Prevención de la Tortura de la
Provincia de Buenos Aires (Ley Nacional 26.827)

El próximo viernes 19 de julio se presentará el libro «No fue un motín. Crónica de la masacre de Pergamino» de Leandro Albani, quien a partir de una crónica periodística reconstruye el incendio dentro de la Comisaría 1ª y sus consecuencias: una de las peores masacres de los últimos tiempos perpetradas por personal policial en territorio bonaerense. Desde ANDAR entrevistamos al autor, para conocer más acerca del proceso de producción del libro, las repercusiones y la historia de organización y de lucha de los familiares.

ANDAR en La Plata

(Agencia Andar) “No fue un motín. Crónica de la masacre de Pergamino” se presentará el próximo viernes 19 de julio, a las 18 hs, en el auditorio de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) -54 Nº487-. Junto al autor estarán presentes familiares de las víctimas y autoridades de la CPM, que viene acompañando el caso y que, a través del programa de Litigio Estratégico, patrocina la causa en el juicio que comenzará el próximo 2 de septiembre.

Con prólogo de Ricardo Ragendorfer, el libro reconstruye la masacre de Pergamino, que tuvo lugar el 2 de marzo de 2017, en donde siete jóvenes detenidos en la Comisaría 1ª murieron asfixiados y quemadosLas pericias y declaraciones testimoniales que integran la causa son contundentes: los policías que estaban en la dependencia no hicieron nada para prevenir la expansión del fuego que se inició en las celdas, desoyeron los pedidos de auxilio, no abrieron ninguna de las puertas de los calabozos o del patio trasero de la comisaría, no llamaron de inmediato a los bomberos y obstaculizaron su accionar, a pesar del deber de garantizar la integridad física de las personas encerradas bajo su custodia.

Desde ANDAR, entrevistamos a Leandro Albani para conocer más acerca del proceso de producción libro, las repercusiones y la historia de organización y de lucha de los familiares.

¿Por qué escribir un libro sobre la Masacre de Pergamino?

Primero hay una decisión muy personal, porque yo soy de Pergamino. Cuando sucedió la masacre yo estaba en Buenos Aires. Fue muy impactante la notica porque la Comisaría 1° está en pleno centro de la ciudad y era un centro de detención clandestino, o algo muy parecido. Eso me impactó mucho. En Pergamino todavía hay una reticencia muy grande a aceptar lo que sucedió, porque fue una masacre en pleno centro de la ciudad. El fondo de la Comisaría 1° da con el fondo de la Municipalidad. No es un destacamento de la caminera que está perdida en el medio del campo.

Pero lo que me definió a hacer el libro fue la primera vez que me reuní con los familiares para  escribir una nota para la Revista Sudestada. Al ir entrevistándolos a todos me quedó dando vuelta el tema y fueron unos o dos meses de pensarlo, de ver como se podía encarar y de  abordar la investigación que por un lado.

El libro tiene el objetivo de difundir el caso, no solamente para Pergamino, sino a nivel nacional. Teniendo en cuenta de que es una de las masacres más terribles que se dio en una comisaría Argentina. También para contar la historia de los siete chicos, que me pareció importante, sobre todo después de conocer la lucha de los familiares y de los vecinos y las vecinas que los acompañan.

¿Cómo eran estos jóvenes que fueron asesinados?

Eran pibes con un montón de características, de gustos, de metidas de pata, de problemas y de aciertos. Entonces la idea fue contar sus historias para visibilizarlos, para humanizarlos -como dicen los familiares-, aunque sea terrible que tengamos que hablar de humanizar a siete chicos que fueron asesinados de una forma brutal.

En lo  personal pensé qué hacía yo en Pergamino a esa edad, y la verdad es que no hacía muchas cosas diferentes a lo que hacían ellos. Escuchaba rock, iba a la cancha, tomaba cerveza con mis amigos, salíamos a la noche. No era muy diferente. Eso demuestra, de una forma muy cercana, que todos y todas estamos a merced de la policía. La policía es una agente de peligro. El problema no son otros temas, sino que la policía cualquier día se levanta y terminás en un calabozo sin saber por qué, y después pasa lo que pasa. Tiene que ver con esta violencia estatal.

¿Cómo impactó la noticia en la comunidad pergaminense?

Cuando sucedió la masacre seguí la notica por los medios de Pergamino. A nivel nacional tuvo una repercusión mediática muy grande también. Me parece que en un principio una parte importante de la sociedad pergaminense se agarró fuertemente de lo que el poder político y los  medios de comunicación reproducían: que en la comisaría había ocurrido un motín y que por culpa de esas personas que encabezaron el motín había sucedido lo que sucedió.  Hay mucha gente que todavía se aferra a eso en pergamino. Pergamino es una sociedad bastante conservadora donde la derecha de Cambiemos tiene una fuerza como en  pocos lados del país tiene. Hay un prejuicio muy grande contra los pibes y las pibas de los barrios. Es una sociedad muy rica teniendo en cuenta que es un pueblo agrícola-ganadero muy grande del país. Me parece que la lucha de los familiares logró revertir un poco esa visión de que esos pibes eran “chorros, negros, faloperos y que se jodan por lo que sucedió”. En estos dos años de lucha de los familiares, lograron en algún punto revertir ese discurso y esa matriz ideológica y mediática que mostraba a los chicos y también a sus propios familiares como los responsables por lo que  había sucedido.

¿Cuál fue el proceso de investigación que llevaste adelante?

Por un lado  hacer un relevamiento de los medios no solamente locales sino nacionales sobre esos días. Esto es interesante porque hay algunas declaraciones de jefes policiales de pergamino que salieron en la televisión. Cuando uno las escucha y las ve detenidamente, se da cuenta con la impunidad que hablaban frente a lo que había sucedido. Después, recuperé la voz de los familiares, muy importante no solamente el testimonio sino el apoyo y en el trabajo de investigar el libro, facilitando materiales.

Después conseguí documentación a través de la causa judicial. El caso este tiene la característica de que la causa judicial es muy clara. No hay grises. Es claro lo que sucedió, hasta por las propias contradicciones de los seis policías imputados. Uno puede darse cuenta de manera muy fácil que los policías estuvieron una hora viendo como esos chicos morían. Después también hice algunas consultas a abogados de la CPM que me resolvieron algunos detalles.

¿Cómo fue la lucha de los familiares?

Los familiares tuvieron una capacidad que a mí me asombra y me llena de dignidad. Pudieron desarticular esa idea del motín. Yo conozco mucha gente que no va a ir a una marcha, tal vez no se va a acercar a los familiares, pero sabe que ahí no ocurrió un motín y que a esos pibes la policía los dejó morir como perros.

Fue muy  interesante ver ese proceso que se dio en la calle pero también en la autoeducación y  autoformación de los familiares, con todo el dolor que implica lo que sucedió. No solamente es un pedido de justicia, no solamente es un llamado muy importante de atención sobre lo que está sucediendo con la represión interna del país, sino que me parece que esta lucha transforma a Pergamino en una ciudad más digna. Hacía muchos años que la ciudad no vivía un proceso de lucha así. Están construyendo una historia muy importante. Asumir lo que sucede hoy en la ciudad, en sus márgenes, el gatillo fácil, saber que la policía está entongada con todo el manejo de la droga. Pergamino es una ciudad que en los últimos años se ha lentamente militarizado.

¿Cuál fue el impacto en la propia vida de los familiares?

De ser laburantes o estar a punto de jubilarse, de criar a sus hijos, tuvieron que enfrentarse a una realidad cruel y cruda y empezar a educarse y a formarse para tener herramientas para contestarles a sus vecinos y vecinas. Y para tener la entereza de ir a una audiencia pública o de participar en las marcha. La lucha que vienen desarrollando los familiares son un ejemplo muy grande para la ciudad. Su organización como colectivo Justicia por los 7, el hecho de tener que animarse a salir a la calle a los poquitos días de que ocurrió la masacre a reclamar que se dijera la verdad. A empezar  a pedir justicia y también a transitar este mundo nuevo que fue relacionarse con los familiares de pibes víctimas de gatillo fácil. A empezar a educarse sobre qué es la policía, sobre todo la policía bonaerense que es como una ejército de ocupación de la provincia. A tener que sentarse a leer una causa. Tuvieron que salir de una manera muy rápida, empujados por el dolor y por la necesidad de justicia, pero creo que también por la sensibilidad que yo he notado en todos los familiares. Tiene una sensibilidad humana muy grande de ponerse al frente de una lucha que es para que se  condene a esos seis policías imputados, es para rescatar la memoria de esos siete pibes, pero también es para denunciar cómo el Estado argentino a través  de las fuerzas de seguridad está reprimiendo permanentemente, sobre todo a los más humildes. Para mí también fue un proceso de formación hacer este libro. El hecho de haber podido conocer a los familiares que para mí es todavía hoy una fuente de aprendizaje.

Cuando presentamos el libro, la reacción de la gente con los familiares es de mucho cariño, respeto e interés. Les preguntan mucho sobre lo que sucedió y también sobre cómo ellos todavía hoy tienen la capacidad para organizarse y salir a la calle, para reclamar justicia.

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