Mecanismo Local de Prevención de la Tortura de la
Provincia de Buenos Aires (Ley Nacional 26.827)

Asamblea Permanente por los Derechos Humanos La Plata

Información de Prensa

(La Plata, 23 agosto 2006).- Hoy declaró por primera vez ante la justicia Teresa Calderoni, una de las personas que fue secuestrada junto a Elena Arce y Nora Formiga en el departamento de esta última, el 22 de noviembre de 1977.

La testigo vivía en con Nora, ya que la casa de sus padres estaba en Villa Elisa y le resultaba dificultoso trasladarse a diario. En el departamento también se hallaba desde hacía unos días una joven embarazada cuyo nombre no pudo recordar, quien decía que su esposo trabajaba en el sur; sin embargo es posible que estuviera desaparecido. También estaba allí una compañera de estudios de enfermería en la Cruz Roja. 

En el momento del operativo la mujer embarazada ingirió una píldora de cianuro y los represores le indujeron el vómito. Más adelante, la testigo supo por Formiga que había estado en “La Cacha” y que había tenido a su bebé, ignorando su destino posterior. 

Calderoni fue introducida en el baúl de un auto junto a Nora y a su compañera de estudios, posiblemente Margarita Sanguinetti, quien fue liberada inmediatamente y avisó en la Cruz Roja que las demás estaban detenidas. 

Esposadas y encapuchadas, llegaron a “La Cacha” luego de dar muchas vueltas en el automóvil. Teresa fue separada de sus amigas durante una semana, permaneciendo sola en una celda oscura, con barrotes. Por la noche escuchaba el ladrido de los perros y los gritos de los torturados. 

Luego de esa semana fue llevada a la parte de arriba, donde vio a Nora y Elena, que habían sido muy torturadas. La testigo relató también haber sido maltratada, golpeada y recibir descargas eléctricas en el pecho, pero afirmó que sus tormentos no habían tenido la intensidad de los sufridos por sus compañeras. 

En ese centro clandestino, como ya fuera relatado por otros sobrevivientes, los guardias se llamaban por apodos. Calderoni recordó los de “Palito” y el “Negro”. En el lugar la apodaron “la Tana” y así la llamaban los represores. 

Alrededor de un mes permaneció en “La Cacha” hasta que la liberaron en el Camino General Belgrano. Cuando llegó a su casa le dijo a su familia: ”No puedo hablar porque me persiguen, me van a matar. No puedo hablar, sólo quiero descansar”. Cuando se recuperó de las terribles circunstancias vividas y concluyó su carrera de enfermería, comenzó a trabajar en el Hospital Naval. Allí un suboficial siempre la abordaba y le decía: “-Hola, cómo te va?, yo te conozco”. Calderoni no le respondía, hasta que un día el suboficial le dijo “-vos sos la Tana; yo a vos te quería mucho pero tus amigas están muertas, nosotros las matamos”. “Yo casi me desmayo, porque era el único lugar en que me decían así. Al día siguiente renuncié”, relató la testigo. 

Finalmente, preguntada acerca de la actitud que la Cruz Roja había adoptado en el caso, dijo que el organismo “no se hizo cargo de nada, no se hablaba de nada, les daba vergüenza”. 

Les dijeron que las liberaban, pero después se supo que las habían matado. 

Patricia Pérez Catán fue secuestrada en Mar del Plata el 31 de enero de 1977 junto a su hermano Jorge y ambos interrogados y torturados en el G.A.D.A. (Grupo de Artillería de Defensa Aérea). 

Es trasladada a “La Cacha “ a mediados de febrero de ese año. Al llegar la cuelgan de los pies y de las muñecas y la dejan toda la noche. Al día siguiente la desatan y la llevan a otro centro, que supone ubicado en 1 y 60 y al que describe como “más organizado”, “había muchos detenidos en calabozos”. 

Pérez Catán recordó los apodos de “El Francés” y de los “Carlitos”, que eran de la marina. Entre los detenidos secuestrados en “La Cacha” mencionó a Patricia Rolli y su padre, Roberto Amerise, Diesler, María Rosa Tolosa y su compañero Juan Reggiardo. Como la testigo era estudiante de medicina, los guardias la ubicaron con María Rosa Tolosa (“Machocha”), que estaba en trabajo de parto. Tomó el tiempo de sus contracciones y avisó que eran muy seguidas. Se llevaron a la mujer y no supo más de ella, excepto que un guardia comentó que había tenido mellizos. 

Además fue sometida a un careo con otros estudiantes de medicina, como “el Mono” Moncalvillo, “Mariel” y “Pecos”. 

Posteriormente fue trasladada a la Comisaría Octava. Durante su cautiverio allí llegaron Nora Formiga y Elena Arce, quienes le contaron que habían estado en “La Cacha”, donde vieron a su hermano Jorge. También hablaron sobre Adriana Tasca, quien permanecía en aquel centro clandestino con un embarazo avanzado. Formiga y Arce estuvieron ocho o diez días en el lugar, siempre en el mismo calabozo y no recuerda que hubieran tenido visitas ni que las hubieran sacado de allí para nada. 

Una noche vinieron a decirles que las llevaban a ambas porque serían liberadas. Después los comentarios de los guardias eran “que se las habían llevado muy mal, que no era para liberarlas”. Así supieron que las habían matado. Por esa razón fue que cuando llegó el momento de su propia libertad, Pérez Catán pidió llamar a su familia para que fueran a recogerla en la mañana siguiente. 

La testigo fue sometida a consejo de guerra y luego puesta a disposición de la justicia federal platense. El juez Adamo le tomó declaración en la comisaría octava y escuchó todo su relato acerca del secuestro, cautiverio y torturas sufridas, pero nunca fue citada a declarar por eso. “Mi padre era abogado, presentó muchos habeas corpus, pero nunca tuvo respuesta de nada”. 

“Elena debe estar en el cielo y lo mejor que puede hacer es rezar por ella”.

Claudia Arce de Lanusse relató las investigaciones que realizó su padre (hoy fallecido) a partir de que tuvo noticias por Ricardo Castro de la desaparición de Elena. Arce golpeó innumerables puertas sin conseguir información alguna. 

En abril o mayo de 1978 le llegó un comentario acerca de que habría estado en la Comisaría Octava Concurrió allí y se entrevistó con el Comisario Inchausti, quien le mostró el libro en el que Elena figuraba como ingresada el 10 de enero y en libertad el 20 del mismo mes. 

Se entrevistó también con un coronel cuyo nombre la testigo no recordó, quien le dijo que se olvide de buscarla, que Elena debía estar en el cielo y lo mejor que podía hacer era rezar por ella. 

Recién en 1999, reemprendida la búsqueda, se inició el camino que permitió, a través del juicio por la verdad, identificar sus restos. 

Una testigo vio cuando Nora y Elena llegaron a “La Cacha”.

Bonifacia del Carmen Díaz fue secuestrada en Berazategui y trasladada a “La Cacha” el 4 de noviembre de 1977. 

Durante el turno de una de las guardias que, según la testigo, “jugaban de buenos”, les permitían descubrirse los ojos y conversar, se cruzó con Nora Formiga en el baño y ésta le contó que era enfermera. 

Ella la había visto llegar al centro clandestino. No obstante que tenían prohibido asomarse cuando traían prisioneros, su extrema delgadez le permitía zafar las manos de las esposas y por un orificio en el tabique de su celda, pudo ver a Nora y a Elena, que llegaban con otra joven llamada Julia. 

Mencionó también a un matrimonio a quienes conoció como María del Carmen y Simón, así como a la “abuela” (Mercedes Hourquebie de Francese) a quien escuchaba gritar en la tortura. 

En cuanto a los represores, mencionó a “Potro”, “Garrote”, el “Loco” y el “Oso”. 

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