En el último tiempo redundan operaciones mediáticas orquestadas a través de declaraciones de personajes públicos, enrolados en diversas filas –también se han expresado voces negacionistas–, que pretenden relativizar y negar la legitimidad de los reclamos históricos por la soberanía de las Islas Malvinas.
Con un marcado desapego por luchas sostenidas por el pueblo argentino desde el momento mismo de la usurpación en 1833 de nuestras Islas Malvinas, Georgias, Sándwich del Sur y los mares correspondientes, donde la República Argentina recoge el acompañamiento de la comunidad regional e internacional, más allá de la decisión tomada en 1982 por una dictadura genocida que nos embarcó en la aventura bélica, estos discursos pretenden banalizar la demanda que se sostiene sobre todo en oposición a las políticas neocoloniales de los estados poderosos del mundo avasallante de los derechos soberanos de los estados que defienden los intereses de las mayorías populares.
La operación ideológica desplegada pone en cuestión ideas, certezas, construcciones colectivas que consolidan identidades propias, emancipadas de las dominaciones que nos colocan como pueblo en la posición de subalternos. Es intentar legitimar la dependencia, el colonialismo, la verdad de los de arriba y negar la verdad de las demandas populares.
El reclamo por la soberanía de Malvinas, la verdad enunciada sin ninguna duda razonable en la frase “Las Malvinas son argentinas”, es cimiento y referencia no solo de un reclamo territorial, sino sobre todo un reclamo por derechos. Un reclamo que ha sido consagrado en la propia Constitución Nacional por mandato unánime de los constituyentes en la disposición transitoria primera donde se ratificó la legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas por ser parte integrante del territorio nacional, agregando que la recuperación de dicho territorio constituye un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino.
Ese territorio insular y marítimo alberga a los muertos por Malvinas, esos jóvenes combatientes que creyeron en el reclamo, en esa verdad y que, a pesar de las traiciones, abandono y torturas padecidas en manos de sus superiores, la siguieron sosteniendo.
Negar los 30 mil, negar las torturas padecidas por los soldados, negar la soberanía argentina sobre las Islas responde a una misma matriz ideológica: un neoliberalismo brutal que, para sostener su legitimidad, cuestiona los derechos de los pueblos.