Mecanismo Local de Prevención de la Tortura de la
Provincia de Buenos Aires (Ley Nacional 26.827)

Después de 20 años de programa, Jóvenes y Memoria pasó a formar parte del diseño curricular y del plan de trabajo de escuelas y organizaciones; también pasó a formar de las trayectorias educativas de muchos y muchas jóvenes que participaron durante varias convocatorias. Tres historias: una escuela, una organización territorial y una escuela en contexto de encierro, La Matanza, Berisso y Lomas de Zamora. Les jóvenes coinciden que, el programa los cambió como personas. “Ver y conocer los problemas que tenemos, te hace pensar, te abre la cabeza”, dicen. 

Franco, Wanda, Nazareno y Joaquín tienen 16 años y vinieron por primera vez al encuentro de cierre en Chapadmalal cuando tenían 11 ó 12. En el camino, trabajaron sobre los desaparecidos de González Catán, el femicidio de Carla Bufano, la recuperación de espacios verdes en el barrio. El encuentro les permitió conocer los problemas que tienen otres jóvenes y también comprender que hay violencias, estigmas, discriminaciones, a veces, naturalizadas.

“Miraba raro la gente de género, y acá entendí que cada uno tiene su forma de ser y se expresa cómo siente, se me abrió la cabeza. Mi familia ve que cambié mucho con esta experiencia, llegué de acá con todas las cosas que pasaron acá, con los problemas que se cuentan acá y te hacen pensar”, dice Nazareno.

Hasta el momento de participar del programa, para el grupo de jóvenes de la Secundaria 173 de González Catán la violencia de género no se le había presentado nunca como un caso de interés para investigar; sin embargo, luego de ver un proyecto sobre el tema, decidieron que ese sería el trabajo del año siguiente. Carla Bufano era madre de dos hijos de 7 y 10 años, el 9 de septiembre de 2017, su pareja Jonatan Ramos, agente de la Policía Bonaerense, la asesinó de seis balazos con su arma reglamentaria y luego se suicidó. “Carla iba a ser docente, estudiaba con mi hermano”, recuerda Wanda.

“Es muy chocante la cantidad de problemas que hay en el país, que uno no se da cuenta, te abre la cabeza. Al mismo tiempo, también es lindo ver los ideales de las personas que quieren cambiar el país, es reconfortante saber que hay jóvenes que quieren impulsar los cambios. Su vida va a pegar un giro después de Chapa, las cosas que pasan acá te hacen pensar y convertirte en mejor persona”, resume Joaquín.

Santino, Candela, Morena, Evo y Franco tienen entre 11 y 19 años, participan del Taller Carlos Lebed de Berisso; para los y las coordinadores del espacio popular y cultural, la participación en Jóvenes y Memoria es algo que surgió casi naturalmente, porque comparten con este programa ideas y formas pedagógicas.

Una educación situada en el barrio y en las calles, en los talleres artísticos y en las marchas como “El hambre es crimen”, convocada todos los años por las organizaciones de niñez de La Plata. “Estábamos en el taller desde hace un montón, conocimos el programa y comenzamos a participar y desde entonces en el taller ya trabajamos para pensar esto de Chapa cada año”, doce Evo, 13 años y que viene desde hace tres al encuentro de Cierre en Chapadmalal.

Cuando le preguntan a Franco por qué participar del Carlos Lebed, responde que “para juntar los pibes del barrio, para salir de la calle, despejarse de los problemas”. En los barrios populares, las organizaciones comunitarias cumplen un rol de contención, muchas veces supliendo las ausencias del Estado.

“La mala yunta es lo que menos queremos que pase con los jóvenes. Pero necesitamos más contención del Estado para mejorar los espacios, para tener más potreros, mejores sueldos, mejores viviendas”, agrega Evo.

Lucio vino por segunda vez a Chapadmalal, estudia en la Extensión 2040 de la Secundaria 4 de Lomas de Zamora, un espacio educativo en contexto de encierro. Conoció el mar en este encuentro en el 2019. Hoy compartió viaje con otros seis compañeros privados de libertad. Otros dos no pudieron llegar porque las juezas no autorizaron la salida y Lucio dice que hay, por lo menos, como 20 chicos más que quisieran venir. “Si Dios quiere, la próxima vendrán todos”, agrega.

“Los proyectos que presentan acá muestran muchas cosas que otras personas no ven y que, muchas veces ni siquiera, saben. No dejan oculto nada y lo hacen porque se sienten fuertes, se sienten acompañados y el respaldo para denunciar lo que tienen que denunciar. Y también se habla mucho de lo que pasará mañana si no hacen nada hoy, si nadie habla seguiría todo igual de mal”, explica.

Este año, Lucio se presentó ante el Concejo Deliberante de Lomas de Zamora en la sesión para declarar de interés municipal el programa Jóvenes y Memoria. Llevo ante las y los concejales su experiencia en Chapadmalal, lo que significa el programa para una escuela en contexto de encierro. “Del lugar donde vivimos, de un sistema de encierro, es muy bueno no sólo para nosotros sino también para que otros pibes tengan la misma posibilidad que nosotros y cambien la forma de pensar, te hace abrir la mente y pensar otras cosas a las que pensaba”.

Lucio conoció hace tres años Jóvenes y Memoria cuando se lo presentó su profesor Horacio Sosa, desde ese momento asegura toda la información que le llega del programa se la transmite a muchos jóvenes que hay en la escuela para que ellos también participen.

“Desde la Extensión para lo que necesiten, aportamos el compromiso, la voluntad y las ganas, nos gusta ayudar y que nos ayuden, que nos escuchen y que nos dejen hablar. No mucha gente nos deja hablar. Chapa es una experiencia muy divina. Espero que no se corte nunca”, cierra Lucio.

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